Los perros, fieles acompañantes del hombre al ‘más allá’, según los mayas
Entierros prehispánicos evidencian la relación del perro y el humano
MÉRIDA, Yuc.- Los animales no suelen estar en las ofrendas, pero hay comunidades que creen que éstos acompañan a las almas en el Día de Muertos, el 1 y 2 de noviembre, celebración para recibir a los difuntos, que en Yucatán es llamada Hanal Pixán.
En el pensamiento maya y náhuatl, como en el de muchos otros pueblos del mundo, el perro ha sido el guía de los espíritus de los muertos hacia el inframundo, lo que se conoce como psicopompo.
Ha sido el compañero inseparable de los hombres no sólo en la vida, sino también en la enfermedad y en la muerte.
Asimismo, por su gran sensibilidad y capacidades, se les ha adjudicado poderes que los seres humanos no tienen.
Según estas creencias, si los perros pueden ver a las almas cuando el hombre duerme, también pueden verlas cuando se separan del cuerpo en la muerte.
En realidad, los perros no ven muy bien, pero tienen un olfato mucho más desarrollado que los humanos –ahora se sabe que pueden detectar hasta el cáncer– y siempre están alertas cuidando a sus amos; es bien conocido el hecho de que los perros hacen guardia sobre la tumba de sus amos, olvidándose de comer, y a veces hasta mueren.
Conductor del alma
Eso, y su relación simbólica con la oscuridad, explican por qué se consideró universalmente al perro como conductor del alma al reino de la muerte.
Los mayas y nahuas pensaban que cuando el espíritu del muerto llegaba al gran río del inframundo, encontraba al de su perro y montaba sobre su lomo para atravesarlo y llegar al recinto del dios de la muerte; por ello, sacrificaban al perro del difunto y muchas veces lo enterraban con él.
Otras especies en entierros
Con más de 15 mil años de historia, el perro es considerado el mejor compañero en la vida y después de la muerte, aunque hay otras especies a las que también se les relaciona con el más allá, como las mariposas nocturnas, las moscas “panteoneras” y los tecolotes, aseguró Raúl Valadez Azúa, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Mensajeros de la muerte
El titular del Laboratorio de Paleozoología del IIA destacó que la creencia de que diversos animales son mensajeros de la muerte o que traen malos presagios tiene su origen durante la Colonia, cuando costumbres tradicionales se mezclaron con el pensamiento de los conquistadores.
“La más relevante asociación entre un humano difunto y algún material o elemento de la naturaleza serían los perros, porque llegaron tan temprano a la historia humana (entre 15 mil y 18 mil años) que el hombre no tiene conciencia de lo que es la vida humana sin el perro… en un esquema tan intenso, tan íntimo que para el hombre era parte de los grupos, como si fuera un humano más”, subraya.
Uno de los autores de “Viaje al inframundo: las ciencias y la muerte”, recuerda que uno de los entierros humanos más interesantes en América fue encontrado en Hidalgo y data de hace cinco mil años. Se trata de una cueva llamada del Tecolote, donde se descubrieron dos inhumaciones, en los cuales hay media docena de perros.
Se piensa que las personas fueron sacrificadas en honor a la montaña y los canes quedaron a un lado como sus guardias y protectores del espacio sagrado; es decir, el papel del animal fue acompañarlas y mantener la sacralidad del sitio, comenta.
Con información de Arqueología Mexicana y DGCS UNAM
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