Planean “hacer un barrio dentro de Mérida”

Proyectan para las 600 hectáreas de terrenos del aeropuerto una zona caminable, sustentable y diversa, que sea de todos

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En el aeropuerto, un área de 600 hectáreas, se detiene el desarrollo de Mérida.
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CIUDAD DE MÉXICO.- El arquitecto Enrique Norten, quien proyecta varias obras en la Península de Yucatán, algunas dentro del tren maya, dice que éste es un gran proyecto de desarrollo, pero, matiza, no se debe ver simplemente como “el proyecto de un tren”. 

“Se tiene que entender dentro de una visión de desarrollo de una región del país que lo necesita muchísimo. Una región que, hasta ahora, está bastante desarticulada. Hay que convertirla como en un solo reloj, para que sea el motor económico, en beneficio de la gente del sureste y del país”, apuntó. 

Nacido en la Ciudad de México en 1954, Enrique Norten es uno de los arquitectos mexicanos más reconocidos en el mundo. Fundador de la firma TEN Arquitectos, desarrolla múltiples y diversos proyectos; acaba de concluir el Glenn Research Center, en Cleveland, en uno de los siete campus de la NASA; proyecta dos museos en California -el Molaa, Museum of Latin American Art, en Los Ángeles, y el de Arte Mexicano, en San Francisco. 

Además, está por empezar un teatro en Miami; diseña desarrollos inmobiliarios en Denver, San Francisco y Los Ángeles; edificios en Miami y Nueva York, y hoteles en el Caribe. Entre sus proyectos en el país hace poco se abrió el Faro Cosmos en la alcaldía Miguel Hidalgo, planea un centro de investigación en Guaimas; almacenes e imprentas para el Banco de México; casas particulares, y un desarrollo “urbano y de arquitectura” en Huatulco, que comprende el Centro de Congresos Chahué, con espacios culturales, comerciales, administrativos y de áreas verdes. 

Sin duda, entre los grandes proyectos que con su despacho diseña, figuran los de la Península de Yucatán, que están dentro y más allá del tren maya. Lo que viene para Mérida no es un tema de edificios; es una propuesta que, en sus palabras, articula la ciudad: “Yo siempre he pensado que la ciudad es arquitectura”. 

¿Qué se hará con los terrenos del Aeropuerto? 

Al proyecto, conocido como tren maya, ya no deberían llamarlo así. Se ha creado la imagen de un trenecito que va a dar la vuelta, y es una imagen que se queda muy corta; es un proyecto importantísimo para el sureste, donde el tren maya es el hilo conductor o consolidador, que permitirá a la Península ser mucho más competitiva. 

Mérida es una ciudad súper interesante, además de muy bonita; es la urbe que económicamente mejor está creciendo del país. Nos pidieron estudiar qué estaba sucediendo ahí; nos dimos cuenta de que aunque es una ciudad pequeña, de un millón de habitantes, hace tiempo empezó a moverse hacia el norte, se salió del Periférico, y se fue dando un crecimiento suburbano, de grandes estacionamientos, malls cerrados, torres aisladas; lo contrario de la tradición urbana de la ciudad. Del otro lado, al sur, dentro del Periférico, está el aeropuerto, un área de 600 hectáreas, y ahí se detiene el desarrollo de Mérida. 

Después de que estudiamos la ciudad, nos pidieron ver el tema del aeropuerto -no hacer el proyecto en sí, no está en mis manos- sino qué hacer con esas 600 hectáreas -además de un área de una zona industrial adjunta al aeródromo- con el fin de reintegrarlas a la trama urbana de la ciudad y revertir ese crecimiento suburbano. 

“(El proyecto en Mérida) es traer otra vez equipamiento y espacio público; hacer un barrio dentro de Mérida; volver a coser el tejido de la ciudad que ahora está rasgado”. 

¿Qué propone para esas 600 hectáreas?

Es otra vez hacer ciudad, una caminable, sustentable, diversa, que sea de todos; con servicios y equipamiento de salud, educación, deportes. Son terrenos federales, nos contacta Fonatur; pero no se puede hacer algo sin el Estado y el municipio. 

Proyecto cerca de Paseo Montejo

¿Ya es un hecho? 

Nada es un hecho. En la arquitectura un hecho es cuando está construido. Pero para mí sí es un hecho. Además de esto, a tres cuadras del Paseo Montejo (en el centro, en la ciudad antigua) hay un área de 30 hectáreas, una cicatriz, bardeada, que son terrenos federales y donde entraba el tren. Ahí el proyecto es cómo restituir esas 12 manzanas -o algo así- a la trama general de Mérida, traer otra vez equipamiento y espacio público; hacer un barrio dentro de Mérida; estamos viendo cómo volver a coser el tejido de la ciudad que ahora está rasgado, restaurar la movilidad, la transparencia. La estación terminal del tren maya en Mérida está prevista para una segunda etapa del proyecto; no estamos encargados del diseño de esa estación. 

¿Qué se construiría en esa zona de Mérida? 

Es un proyecto de uso mixto. Parques, espacio público; se va dejar el lugar de la estación; la UNAM está construyendo un museo, el Museo de la Luz; habrá servicios, oficinas, vivienda… 

¿Y Cancún? 

-Nos están pidiendo que veamos la estación, pero es mucho más que la estación (del tren maya). Estamos trabajando para definir los contenidos y cómo acompañar este gran -por llamarlo así- “hub” de comunicación, turismo y desarrollo económico. Es frente al aeropuerto: estarán ahí el aeropuerto, la carretera, la estación de tren... 

Tren maya, gran proyecto de desarrollo

¿Cuál es su opinión sobre el tren maya? 

Personalmente, creo que no se debe ver como el proyecto de un tren; es un gran proyecto de desarrollo para una región que, hasta ahora, está bastante desarticulada.

“Se ha creado la imagen de un trenecito que va a dar la vuelta... (pero) el tren maya es el hilo conductor o consolidador que permitirá a la Península ser mucho más competitiva”.

Hay oposiciones al proyecto… 

Mi opinión es que hay que entender el fondo de esas oposiciones. Seguro las hay muy reales, pero también hay manipulaciones tremendas porque hay intereses políticos, económicos… No hablo solo de grupos ecologistas o de pueblos originarios; hay un cacique dueño de tierras alrededor de Chichén Itzá y ha estado movilizando grupos. Yo no soy político. Sí trabajo con un gobierno, pero no soy parte de Morena, del PRI, de nadie. Sí creo, sinceramente, que el menor cambio que le podemos hacer a la selva es el tren. 

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