|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La señora Polevnsky diagnosticó correctamente que su partido está infiltrado por sabandijas, lo que se explica en el origen frentista de Morena, conformado por desprendimientos y defecciones de todos los demás partidos: PRD, PT, PAN, PRI, etc., cuyos intereses no tienen necesariamente que ver con la búsqueda de la democracia.

No obstante, su problema principal es la carencia de procedimientos, aceptados por todos, para dirimir sus conflictos internos o, en términos prácticos, para seleccionar a sus candidatos; en Baja California, por ejemplo, Sabandija Bonilla, senador de Morena, aun habiendo ocupado un cargo electoral por el partido republicano en EU, obtuvo la candidatura para gobernador, desplazando al también morenista Jaime Martínez Veloz, que a su vez formó una alianza de varios partidos titulada: “Más 4ª Transformación”, para confrontarlo, con inusitado éxito.

NO revocación.- Es muy probable que al momento de leer esta entrega Andrés Manuel López Obrador, al más puro estilo peñanietista, haya firmado su compromiso para no buscar la reelección. Así responde al clamor popular que desató la aprobación, en la Cámara Baja, de la modificación constitucional para someter a revocación su mandato.

Misma que, pretextando ahorro, harían coincidir con las elecciones intermedias, donde se renueva a todos los diputados, la tercera parte de los gobernadores y buena parte de las alcaldías.

Y aunque quedan algunos obstinados que insisten en ver en la propuesta algún matiz democrático, lo que está claro es la intención de que el primer mandatario pueda hacer descaradamente campaña para las próximas elecciones federales, violentando así una pieza clave de las reglas del moderno sistema político mexicano, aproximándonos al esquema norteamericano, y que sí, por supuesto, tiene que ver con la prohibición explícita de la reelección.

Porque nadie duda de que el presidente mexicano pueda detentar un poder tan excesivo, de manera que su imparcialidad sea una condición sine qua non para mantener vigente la democracia que hemos alcanzado.

En términos prácticos, si fueran ciertas sus intenciones, más fácil hubiera sido reducir a tres los años de mandato y autorizar una reelección, como en Estados Unidos. Pero parece que en la 4ª transformación le tienen fobia a los límites, sobre todo legales, y van por más: ¿para qué conformarse con una sola reelección? De otra manera, ¿cómo explicarse que la intención de Morena sea asegurarse una mayoría superior a la que ya detenta?, peor aún con la ayuda de sus satélites permanentes y meritorios.

Si el Senado deja pasar la iniciativa, tendrá qué reglamentarse la manera en que participará AMLO, asignándole recursos públicos para su campaña de, obvio, NO revocación. Pero es lo de menos.

Pobre México que, cuando alcanzó un sistema democrático a toda prueba, se le olvidaron los contrapesos.

Lo más leído

skeleton





skeleton