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Ya hemos hablado sobre lo terrible que es la envidia y cómo muy fácil se puede convertir en odio. Pero hoy me siento muy envidioso de ustedes, partiendo de una envidia buena y anhelando pronto estar en su lugar. Como saben, me encuentro en la ciudad de Guadalajara desde hace unos meses debido a mi profesión. Aquí también llueve como en Yucatán, de hecho graniza y las calles se inundan, lo cual trae como positivo los 20-25 grados de temperatura ¡Suena maravilloso!, pero luego de pensar un rato, de entrar a Instagram y ver sus historias y fotografías, me llega una fuerte nostalgia y un nudo se genera en mi garganta diciendo: dichosos.

Se preguntarán ¿dichosos de qué? ¿De los 40 grados de calor? ¿De los mosquitos? ¿De estar continuamente sudando? De esas cosas también me he quejado y seguramente lo seguiré haciendo, pero sin duda nada de eso tiene importancia cuando te das cuenta que Yucatán es un oasis. Nos encontramos tan cerca de la costa, con playas hermosas y arena blanca que algún negativo dirá que no es tan bonita como la de Quintana Roo, pero por el lado positivo no tenemos tanto sargazo en estos momentos, por eso hay que cuidarla.

Asimismo resalta en mi envidia la paz: Guadalajara es muy bonita, pero no hay nada como salir a la calle sin miedo de ser asaltado o asesinado, ahí gran parte de los policías hacen su chamba, aquí ni los ves. Justamente esta semana hubo una balacera cerca de donde vivo, en un restaurante de comida rápida muy popular, y resulta que la semana pasada fui a esa misma cadena restaurantera como si nada y ahora ya ni a la esquina quiero salir. Eso lleva a la población a vivir un poco más cerrada, estresada y preocupada.

Mientras nos quejamos en Yucatán de las faltas de respeto, aquí por miedo ni te voltean a ver, divertirse es complicado y la vida sana en familia también como en la mayoría de México. Señalamos mucho en nuestras ciudades yucatecas también el poco respeto a los peatones y bicicletas, pero aquí hay cero tolerancia, nadie te da paso y si te mueves en bici (así he estado) tienes que cuidarte porque para ellos tú tienes que darles el espacio, pienso que no es mala educación, sino de nuevo miedo.

Otra cosa que he observado es que en nuestro estado nos quejamos mucho por los charcos y baches, pero de plano en nada se compara a las inundaciones que cierran avenidas y enloquecen el tránsito haciendo que estés por horas en el coche, sí ¡horas! Ha habido ocasiones en las que no me he podido ir de un lugar a otro porque el agua sube y como hay colinas parece cascada.

No digo que Guadalajara no sea bello, digo que buscamos los yucatecos razones para quejarnos cuando realmente vivimos en un lugar de gloria cuyos defectos son pequeños. Vivimos lejos de terremotos, de inundaciones, avalanchas y volcanes. Vivimos en una zona costera llena de vegetación (si no la podamos), con aceptable alumbrado, adecuada colecta de basura y un calor que invita a gozar de la brisa del mar.

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