Qué nunca decirle o preguntarle a un artista

Raúl Gasque: Qué nunca decirle o preguntarle a un artista

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Este es un tema muy concurrido entre los artistas, escritores, músicos, pero, quizás… es algo que compete a casi todo oficio en el mundo. Ya que cae al anillo al dedo a esas personas que se suponen bien intencionadas que siempre llegan con un condescendiente… “deberías de”… La lista de recomendaciones, sugerencias, opiniones que he escuchado y leído es tan extensa que podría dividir un texto irónico/sarcástico sobre esto. Por eso he decidido escribir una síntesis sobre las sugerencias y preguntas más comunes.

La primera podría ser, ¿porqué no vendes tus obras en Amazon?, la respuesta es que las obras de arte deben de tener una mecánica diferente a la de un artículo industrial. O de uso común. Si bien en Amazon estoy seguro se pueden encontrar cosas de maravillosa calidad, no existe un acercamiento con el coleccionista. Situación que limita el establecer la conexión esencial entre las partes de una obra. Es decir entre el autor y el que resguarda coleccionando.

La segunda, ¿cuánto tiempo tardaste en hacer esta pieza?, mi respuesta ahora es 42 años. Si bien mucha gente creerá que estoy “haciéndome el chistoso”, la verdad es que estoy siendo completamente sincero. Todo lo que sé, lo que veo, lo que he leído, vivido, disfrutado o perdido se encuentran en mi obra. Confío que esto pasa de una u otra forma entre los artistas que establecen una línea personal con su obra.

La tercera, ¿deberías de pintar cosas bonitas? Ahí hay un detalle. Cualquier artista que se considere serio hará pinturas bonitas sin querer hacerlo. Nunca a través de una propuesta ambigua.

¿Porqué no vas a X galería y les preguntas sí quieren exponer tu obra? Acá yo me pregunto… la persona que pregunta esto espera que vayas con tu obra a la puerta, toques el timbre y preguntes sí ¿están interesados en colgar tus pinturas en las paredes de una galería? Si es así…, déjenme contarles. En cierto momento de mi vida en la que migré de fotografía a hacer pintura decidí hacer esto como un performance en una galería prestigiosa de Taipéi. Como yo sabía que esto iba a ser un desastre digno de un performance, lo hice. Lo documenté y ahora es material de esta columna.

Como producto de ocho talleres logré una pequeña colección de una incipiente disciplina que ahora es mi forma de vida. Puse las obras en un taxi y me dirigí a una de las galerías más snobs de Taiwán y el Este de Asia. Me bajé con ellas y pedí hablar con mi amigo el gerente comercial de la galería. Le dije que quería ver expuesto mi experimento en la galería. Como yo estaba aprendiendo que a los taiwaneses y japoneses se les dificulta mucho decirte las cosas frontalmente vi como mi amigo se sonrojó y me miró por un largo rato…, al final salí de la galería y colgué las piezas en el vestíbulo del metro. Me di por ganador por ver este pequeño happening performance realizado hasta las últimas consecuencias. Al final, las mismas obras se expusieron en la galería de la representación de México en Taiwán. Un lugar al que las obras y yo llegamos por una sugerencia —la de visitar al Director de la misión Exterior de México en Taipéi, mi amigo el Ministro Martín Torres—.

Yo les diría no a los que recomiendan y sugieren, sino a los que reciben estas últimas…, quizá estas sugerencias puedan ser ventanas distópicas que paradójicamente les lleven a una oportunidad heterotópica.

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