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La defensa de las libertades es algo que todos debemos cuidar, y más cuando existen indicios de una indebida concentración de poder en alguna persona o gobierno. No es casualidad que en estos días escuchemos con mayor ahínco voces críticas sobre los riesgos latentes que traen consigo la demagogia y el autoritarismo.

Para las elecciones del próximo año, el escenario resulta muy poco alentador. Con un partido omnipresente gracias a las prebendas gubernamentales y que posee estructuras aceitadas con cargo al erario, la mesa está puesta para que el control del presidente (y de su cuatroté) aumente de forma casi total sobre el Poder Legislativo.

La división de poderes ha quedado en anécdota, resultado de los múltiples atropellos a la legalidad y justicia que desde Palacio Nacional se ordenan. Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación vive un momento preocupante que pone en tela de juicio su credibilidad y protagonismo como garante de la Constitución y el Estado de Derecho.

Entre los integrantes del Poder Judicial hay enojos e inconformidad por las constantes presiones que vienen desde el Ejecutivo. Sin embargo, en lugar de equilibrar la balanza y defender las leyes, entre los ministros y jueces se ahonda la ya de por sí visible rendición ante los caprichos del gobernante en turno.

La intromisión en la vida de los poderes Judicial y Legislativo, órganos autónomos y dependencias de todos los niveles ha sido tal, que se acatan a ciegas las instrucciones que se envían desde Palacio Nacional. Para muestra, lo acontecido la semana pasada en el Tribunal Electoral, que aprobó y negó registros de forma discrecional para favorecer los designios de Presidencia.

Los magistrados de la Sala Superior dieron luz verde a la impresentable Elba Esther Gordillo con sus Redes Sociales Progresistas; a Pedro Haces con su sindicato hecho partido y que se conoce como Fuerza Social por México, y, uno más, el PES de los cristianos-evangélicos, otrora integrante de la alianza que hizo ganar a AMLO.

Todos ellos, rémoras y satélites naturales, afines al gobierno, y que serán de mucha utilidad de cara a las elecciones de 2021. En contraste, se negó el registro a México Libre, que encabeza la ex candidata presidencial Margarita Zavala y que se ubica como el único polo visible de oposición real. El miedo auspició esta negación de derechos en contra de más de 260 mil mexicanos, pero, en lugar de debilitar al movimiento, el autoritarismo lo ratificó como la vía para cambiar las cosas. Al tiempo.

 

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