|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Queremos ser felices y deseamos la felicidad, pero no nos ocupamos de buscarla ni de crear nuestra felicidad. La vida todos los días nos está cuestionando si somos felices o estamos fabricando nuestra infelicidad. Lo triste es que buscamos la felicidad en el dinero, en el poder, pero nunca en el ser.

Existen cuatro palabras que hacen vibrar nuestro cuerpo y nos producen felicidad. La primera es: “te amo”. Este es un sonido que arranca nuestros miedos y circula a través de nuestros pulmones. Asimismo te conecta con las otras personas. Porque decimos que amamos, pero no lo manifestamos; dices amar a tu pareja, pero nunca le das un beso, no le das respeto, diálogo y menos amor; dices amar a tus hijos y se te ha olvidado ofrecerles un diálogo sincero y un apapacho con mucho amor.

La segunda palabra que nos genera felicidad es: “lo siento”. Cuando lo dices de forma sincera y cordial, esta palabra viaja por tu piel y te sensibiliza con las vivencias de los demás. Sería bueno no decir “lo pienso”, y cambiar por: “lo siento”. Porque se piensa con el cerebro, pero se siente con el corazón. Eso es sentirnos en los demás, ponernos en los zapatos de la otras personas y captar sus sentimientos y vivir sus emociones. Si aprendiéramos a sentir, no haría falta perdonar

La tercera palabra que nos puede sanar y hacernos felices es: “el perdón”. Cuando perdonamos... ¡sanamos! Cuando perdonamos, somos más sensibles en hacer contacto con los demás. El perdón hace eco en nuestro estómago y hace latir con más fuerza nuestro corazón. El corazón es el órgano que guarda todas nuestras emociones, y el perdón nos libera del rencor. “El que acepta, gana, y el que perdona, sana”. Lo triste es que no aceptamos a los demás, y menos los perdonamos.

Cuando perdonamos, nuestros sentimientos dejan de ser presa de la persona que nos lastimó. El perdón es la audaz alternativa para que tenga paz nuestro corazón. El perdón nos libera de la pesadilla del otro, y nos permite vivir en paz. El acto de perdonar tal vez rebase nuestra capacidad o voluntad, por eso necesitamos a Dios para perdonar y para sanar.

Y la cuarta palabra para vivir en plenitud y ser feliz es “gracias”. Cuando agradecemos y damos las gracias, se sacuden nuestras venas y se renuevan millones de nuestras células. Esto hace que nos llenemos de energía positiva. Por eso se ha dicho, y es cierto: “la palabra que más le gusta a Dios es... ¡gracias! No damos gracias por nuestra existencia, gracias por la salud, y también hay que dar gracias por la enfermedad. Dar gracias por todo lo que cada día nos ofrece la vida, y ¡somos ingratos en no dar las gracias!

Pongamos en práctica estas cuatro palabras y no olvidemos que cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive. Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír. Si pudiéramos ver lo que provocan estas cuatro palabras en nosotros, y en los demás, las pronunciaríamos más seguido.

Lo más leído

skeleton





skeleton