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Unos asaltantes llegan a la casa de un viejito en el centro de Mérida. El plan es aprovechar que el señor vive solo para llevarse todo el dinero. En el interior de la casa algo sucede, por lo que el abuelito es asesinado violentamente. Lo mataron a golpes con un palo de escoba, su rostro quedó completamente destrozado. Será su hija quien encuentre el cuerpo. No lo puede creer, pues horas antes lo había visto con vida. Le llevó el desayuno y él lucía tranquilo, bastante contento. Era domingo y los domingos en la ciudad son para disfrutar, excepto ése, pues horas después le darán la noticia de que mataron a su papá, un señor de 91 años. El crimen inquieta a todos los vecinos, porque antes esta zona era bastante segura. Todas las tardes salían a la calle para “tomar el fresco”, como se dice en Mérida. Pero de un tiempo para acá las cosas han cambiado, se reportan muchos robos y los vecinos ya no se sienten seguros. La gente culpa al gobierno de no hacer su trabajo. También culpan a las personas de otros estados que llegan a vivir aquí. Dicen que ellos han traído la delincuencia, y que por eso deberían de impedir la llegada de “fuereños”. ¿Pero quién es realmente el culpable?, ¿por qué vivimos empeñados en siempre buscarles culpables a nuestros problemas?

La anterior es una historia que parece repetirse cada vez más. Poco a poco los síntomas de la delincuencia avanzan fronteras y acechan a nuestras familias. Se dice que Yucatán es un estado privilegiado, pues aquí no tenemos los elevados índices de asesinatos y secuestros del resto del país, y aunque eso es verdad, no podemos enorgullecernos por pensar que en esta zona la violencia es inexistente. Eso sería engañarnos y negar los problemas.

Recientemente la Secretaría de Seguridad Pública dio a conocer una ambiciosa estrategia denominada “Yucatán Seguro”. Su punto de partida es la inversión de 2 mil 500 millones de pesos en infraestructura como cámaras de vigilancia, arcos carreteros, drones, botones de pánico, un avión y hasta una nueva central de monitoreo con tecnología C5. Los resultados serían una mejor coordinación y respuesta policíaca, lo que contrarrestaría el creciente fenómeno delincuencial que se vive en la región, según lo que dicen las autoridades.

Sin embargo, para mantener un estado en paz esto no es suficiente. No se trata de estrategias gubernamentales, políticas públicas o inversiones millonarias. Tampoco se trata del índice en el número de policías ni de lo modernos que sean sus vehículos. La seguridad va encaminada a la correcta construcción de una sociedad y la participación de todos sus ciudadanos. Difundir el respeto a las autoridades y el cuidado a quienes nos rodean es fundamental, ya que todos los delitos son prevenibles en casa, y allí, ni las autoridades ni quienes llegan “de fuera” son culpables. Hay que hacernos responsables.

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