Abraham Lincoln y la reforma judicial en México

Enrique Vera: Abraham Lincoln y la reforma judicial en México

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En 1865 el presidente Abraham Lincoln compró a una veintena de legisladores del partido demócrata de aquel entonces para aprobar la decimotercera enmienda a la Constitución de Estados Unidos que abolió la esclavitud.

Lincoln utilizó la corrupción para restituir la decencia en su país. Lo anterior plantea la mayor encrucijada filosófica a la que se enfrenta un político ¿Es justificable el sacrificio de los principios en aras de un bien mayor? ¿Vale la pena vender el alma propia por el bien común? La historia le otorgaría a Lincoln un lugar especial en el panteón de los héroes norteamericanos; ese lugar donde se funden el mito, los símbolos y los sentimientos en donde se reconoce un pueblo.

Después de semanas de intenso ruido, sobreactuación e intentos de sabotaje, la reforma del Poder Judicial ha sido aprobada. Luego de un paso sin contratiempos por la Cámara de Diputados, la reforma encontraría un momento gran incertidumbre al ser necesario el voto o ausencia de un senador de oposición para lograr su aprobación.

La oposición intentó cerrar filas. Pero, una vez más, lo que fue evidente fue su enorme impericia e ineptitud a la hora de operar. Como a quien le han robado la cartera sin darse cuenta, la bancada de Acción de Nacional salió anunciar desde la noche del viernes de la semana pasada que el senador veracruzano Miguel Ángel Yunez Márquez no les tomaba el teléfono. A partir de ese momento, la demostración de debilidad de la oposición fue de tal magnitud, que la aprobación de la reforma judicial estaba al caer.

Y así fue. En la tarde del pasado martes, apareció en el senado el padre y suplente de Miguel Ángel Yunez Márquez, Miguel Ángel Yunez Linares para rendir protesta luego de que el primero pidiera licencia.

Como la política mexicana no suele defraudar, el show y la tragicomedia no pudieron faltar. La llegada del panista Yunez Linares en compañía del coordinador de Morena en el senado Adán Agusto con el aplauso de la bancada morenista es algo que por pudor los guindas pudieron evitarse.

El intercambio de palabras en tribuna entre Marko Cortés y Miguel Ángel Yunez Linares fue un espectáculo bochornoso. El absurdo iría más lejos con el pleno del senado tomado por manifestantes jaleados por la ministra Norma Piña en X.

La performance llegaría a su fin con el cambio de sede, la presencia de Miguel Ángel Yunez Márquez en el pleno para la votación y la aprobación de la reforma al poder judicial ya en la madrugada del miércoles.

Hay un hecho que es innegable. La familia Yunez está vinculada a lo peor de lo peor de la clase política en nuestro país. Que el partido en el Gobierno haya tenido que valerse de ella para sacar adelante la reforma judicial pone de manifiesto otra vez el dilema de Lincoln: ¿es justificable el sacrificio de los principios en aras de un bien mayor? Dicen que la política no la hacen los dioses, sino los hombres. El tiempo se encargará de juzgarnos a todos.

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