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¿Qué definió este año al Gobierno Federal? Quizás fue el Tren Maya, megaproyecto que se pregona como la obra definitiva que detonará la economía del sureste, que desarrollará por fin una región olvidada durante tantos años por los gobiernos de la Federación. Promesa de empleos, bienestar social, cultural y hasta ecológico. Lo malo es que no podemos tener ni de cerca la seguridad de que así sea, cuando las autoridades se rehúsan a elaborar y publicitar los estudios de impacto ambiental, dar garantía a la seguridad jurídica del patrimonio de quienes viven por donde pasará el tren y dar certeza de que efectivamente serán los sectores históricamente relegados quienes recibirán los beneficios directos. A lo mucho se han impreso unos folletos que sólo hablan de los pros y se ha hecho una consulta que no cumple ni con los mínimos requisitos que marca la ley.

Quizás sea la firma del T-MEC, acuerdo que remplaza al obsoleto Tratado de Libre Comercio que prometió mucho y benefició apenas con lo básico a los productores mexicanos, convirtiendo en veinte años a nuestro país en una nación donde las empresas pueden conseguir mano de obra a bajo costo, con derechos laborales cada vez más frágiles. Este nuevo tratado parece obligar al gobierno a ser más justo, a equilibrar salarios y a desarrollar la industria nacional, pero es un error y una fantasía celebrarlo ahora, cuando se necesitarán años para ver qué clase de frutos podremos cosechar de él.

¿Es la seguridad el tema de este 2019? Sin duda el gobierno no ha sabido dar solución a las consecuencias de una guerra fallida de más de 12 años contra el crimen organizado. Las cifras de homicidios van en aumento y las reuniones diarias del gabinete de seguridad que tanto se presumen no han servido para nada. Hasta la Guardia Nacional se ha visto rebasada, como observamos hace unas semanas en el llamado “culiacanazo”. Eso sí, es cierto que en un año es difícil cambiar el clima de inseguridad -a los países con condiciones óptimas les llevó décadas pacificarse- y es notorio el cambio de estrategia, apostando a los programas sociales y el bienestar por sobre la confrontación directa. En ese sentido, los programas de AMLO son -a juicio de un servidor- un acierto para dar oportunidades a quien menos tienen, pero han estado burdamente implementados y su esencia se ha desvirtuado por la falta de reglamentación, que hoy día hay empresas que despiden a sus empleados y los recontratan con el esquema de Jóvenes Construyendo el Futuro para ahorrarse sus sueldos (y de paso sus obligaciones patronales). También es de recalcar que el arresto de García Luna da respiro al Ejecutivo, pues parece confirmar los nexos entre el gobierno calderonista y el crimen organizado que nos trajeron a los niveles de violencia que vivimos.

Al presidente se le va acabando la justificación -no tan falsa, por cierto- de que no se pueden cambiar décadas en un año. Roma no se hizo en un día, pero tampoco se hizo de excusas.

Desde la Albarrada del tolok, les deseo una feliz Navidad a todos los muy queridos lectores.

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