Seguir copiando
Daniel Uicab Alonzo: Seguir copiando.
Partiendo de la expresión atribuida al rey Salomón: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y no hay nada nuevo bajo el sol”, podemos inferir, a manera de silogismo, que, si nada es nuevo, todo se toma de algo ya escrito o hecho, luego entonces no existe la originalidad, todos copiamos. Andrés Seoane Fuentes (de la universidad virtual Isabel I) explica que: “La traducción proviene del latín (nihil novum sub sole), y gira alrededor de la idea de que todo, o casi todo, tiene un precedente, la Historia se desarrolla de manera cíclica, repitiéndose cada cierto tiempo unos hitos concretos, que pueden transformarse en la forma, pero no en el fondo”, o sea “todo está inventado”.
Dicho lo anterior, una vez que comienza a bajar la polémica por el supuesto plagio de tesis por parte de una ministra de la Suprema Corte de Justicia y que le valió no ser elegida Presidenta de ese Máximo Tribunal, podemos inferir que la decisión que tome la UNAM (su alma máter) será tersa para no afectar más la deteriorada imagen de Yasmín Esquivel Mossa, si bien debe sentarse un precedente para que la Universidad no vuelva a verse inmersa en este tipo de escándalos.
La copia o robo de inventos, proyectos, imágenes y más concretamente textos, es algo que ocurre todos los días, no sólo en las escuelas, sino también en la vida diaria, lo peor es que se tolera. Incluso se propicia cuando un director o asesor de tesis facilita la copia de otra al estudiante para “guiarse”, cuando lo ideal es que le encauce hacia un tema novedoso para cumplir con lo que dicta la teoría: “La tesis es un documento académico, cuyo propósito se centra en la contribución al conocimiento y/o aportar soluciones innovadoras a problemáticas específicas en una disciplina científica en particular, lo cual se traduce en un trabajo de investigación original que sigue una rigurosidad metodológica” (Universidad Lasalle Victoria).
Lejos de hacer realidad esa premisa, el sistema educativo nacional ha contribuido a que en los trabajos para titulación se reproduzcan copias y no generar originales (hay hasta quienes ofrecen sus servicios para hacer estos trabajos). Primero, al “abaratar” los títulos (licenciaturas que antes se cursaban en 5 o 4 años, ahora se ofrecen en unos cuantos trimestres o en jornadas sabatinas o dominicales en un par de años) y facilitar la titulación por vías alternas a la tesis y al examen profesional, como cursos o seminarios, es decir, se alienta la obtención del título y cédula profesional porque el trámite representa un buen ingreso para las escuelas.
Si, como se afirma, la educación es el motor para el desarrollo de un país y el vehículo para propiciar una mejor calidad de vida (no precisamente económica, pero es lo deseable), corresponde a los gobiernos y, en primer lugar, a la comunidad académica, elevar el nivel de formación de los profesionistas. No hay de otra o seguiremos copiando.
Anexo “1”
El eterno “pasante”
Lo conocimos en 1985 cuando nos preparábamos para ser oficiales en la Escuela Escala de Mar del Centro de Capacitación de la Armada, en Veracruz. En ese entonces, “Juventino” era primer maestre (oficial) de Justicia Naval, Pasante en Derecho, y formaba parte (junto con un teniente de fragata titulado) de la asesoría jurídica del director, además de que impartía academias en la Escuela de Clases. Los sábados salía corriendo del plantel para, junto con otros compañeros, compartir el automóvil de alguien para llegar a Xalapa donde cursaba la carrera.
El tema de la tesis era de todos los días en la Dirección del Cencap, donde estábamos comisionados los de mejor promedio del Curso Avanzado. Juventino, muy platicador y dicharachero, tecleaba su trabajo de tesis en alguna de las Olivetti mientras comentaba lo riguroso del examen con los sinodales, de que varios no pasaban a la primera y que muchos nunca llegaban a “recibirse”, como también se decía al hecho de titularse. Eran, sin duda, otros tiempos.
Pasaron 14 años y, siendo yo teniente de corbeta, volví a encontrar a Juventino en el Sector Naval de La Pesca, Tamaulipas, en 1999. Él seguía siendo primer maestre, se quedó como pasante. Hasta donde sabemos, nunca se tituló. Perdió las oportunidades en su universidad y también, pienso, puedo haber “tirado la toalla” porque contaba con empleo bien remunerado en la Armada. Si Juventino hubiera estudiado en estos tiempos, seguramente se habría titulado “fast track” y escalado jerarquías en la Marina. Lo último que supimos de él es que se retiró como teniente de corbeta y radica en Veracruz. Eso sí, no ha perdido su habitual sentido del humor.