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Cuando en el pico de la pandemia de coronavirus Covid-19 se comenzó a seleccionar a quienes debían tener prioridad para atención en los hospitales, surgió la polémica con el famoso triage (o triaje), que se decantaba por los más jóvenes, ya que tenían más esperanza de ser sanados… y de tener mayor vida.

Ocurrió a la inversa con la aplicación, el pasado martes, de la primera vacuna de Pfizer-BioNtech, en Inglaterra, donde la elegida fue Margaret Keenan, de casi 91 años, ya que el orden de prioridades comenzó con residentes y trabajadores de asilos, personal médico y mayores de 80 años, luego seguirá en grupos de edad regresivos.

Casi siempre las selecciones nos resultan odiosas, especialmente si no pertenecemos al grupo favorecido con algún beneficio. Sin embargo, a veces se abusa de esas canonjías que en ocasiones se ganan con la edad, como es el caso de los adultos mayores, sector que tiene descuentos en muchos lugares, horarios especiales y hasta gratuidad en otros.

En México ya se dio a conocer la ruta para la aplicación de la ansiada vacuna contra el mortal virus que ha cambiado al mundo. El plan de prioridad contempla cinco etapas que dependerán del riesgo en que se ubiquen los ciudadanos, respecto a su a su edad. Comienza con personal de salud y mayores de 60 años y se evitará a mujeres embarazadas y niños.

Es obvio que personal de salud tenga “mano” en este esquema de inmunización que avala la Organización Mundial de Salud. Y un dato adicional que filtró un día antes el secretario de Salud, Jorge Alcocer, es que también serán vacunados en la primera etapa (se inicia este mes) los elementos de las fuerzas armadas por ser “área de importancia del gobierno” (todos lo somos, secretario). Tampoco hubo cuestionamientos, es obvio del papel que desempeñarán en el proceso de vacunación, además de las múltiples encomiendas que cumplen en esta administración y que por su naturaleza tienen contacto directo con la población, sobre todo la más vulnerable, como ocurre en Tabasco con las inundaciones, por dar un ejemplo.

Ahora bien, en la selección generalmente somos supeditados a decisiones de otras instancias, pero en la elección podemos decidir, y se dice, que quien elige opta por lo mejor, lo cual parece no ocurrir en esta crisis sanitaria, pues es evidente que hemos relajado las medidas preventivas, hay más reuniones, mucha gente en las calles, etc. Debido a esto atravesamos por un nuevo pico de la enfermedad, por lo que varios estados, sobre todo del centro del país, están por pasar al semáforo rojo, mientras que Yucatán no puede pasar al amarillo.

No hay que perder de vista que, como se ha insistido, la vacuna no significa el fin de la pandemia de Covid-19, expertos consideran que tardará algunos años (el esquema de vacunación se prolongará en nuestro país hasta 2022) para que podamos volver a la “normalidad”, si es que alguna vez regresamos a esta condición.

Anexo “1”

Prioridades y tradiciones

En las fuerzas armadas, como en otras instituciones, los jefes tienen prioridad en muchos eventos y actividades, son prebendas que imponen sus jerarquíasy nadie las discute: “El jefe siempre es el jefe”, reza una máxima entre civiles; “el que manda, manda, y si se equivoca vuelve a mandar”, se dice en la milicia.

Además, hay ciertos actos y momentosen que destaca la preeminencia del mando, sobre todo en los llamados de “etiqueta”. Por ejemplo, en un convivio o banquete nadie comienza a degustar los alimentos sino hasta que lo haga el de mayor jerarquía, y cuando éste finaliza, nadie debe continuar. En la Marina, el último en subir a bordo es el comandante, y al desembarcar será el primero, excepto cuando el buque está en riesgo, pues su deber es permanecer ahí hasta salvarlo o irse a pique con él.

Otras tradiciones y costumbres arraigadas y reglamentadas son: el uniforme marinero (junto con las divisas y condecoraciones merece un artículo aparte), el engalanado que se iza en los buques en fechas especiales, los honores al silbato, el bautizo de una nueva embarcación rompiendo una botella en su casco, en fin. Muchas tradiciones navales son prácticamente iguales en todas las marinas del mundo y constituyen un timbre de orgullo para sus integrantes.

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