MÉRIDA, Yucatán.- Tras breve dolencia, falleció este miércoles en esta ciudad el profesor Alejandro de Jesús Castro Escalante, dejando un legado a favor de la educación en Yucatán durante más de cuatro décadas en las aulas frente a grupo, como dirigente magisterial, como escritor y columnista.

Tenía 63 años de edad, fue colaborador de Novedades Yucatán en la sección “El poder de la pluma”, donde a través de su columna “Gis y Pizarra” analizó, defendió, propuso y mostró cada semana el panorama del sector educativo. Escribió cuatro libros sobre leyendas mayas, cuentos, fábulas y el magisterio.

Durante 42 años y hasta hace unos días, con el retorno a clases presenciales, se mantuvo firme y comprometido como profesor de educación primaria y secundaria impartiendo materias como matemáticas y física. Fue fundador de la Escuela Secundaria Estatal “Luis Álvarez Barret”, por lo que al conocerse su deceso, generó reacciones de pesar incluso de ex líderes magisteriales.

Alejandro Castro siempre recordaba a su padre Abraham Castro Rodríguez (q.e.p.d.), como un ejemplo de servicio a favor de sus compañeros, toda vez que fue secretario general de la Sección 57 del SNTE de 1978 a 1981.

Siguiendo su ejemplo incursionó en el ámbito sindical y en 1994 fue integrante del Comité Ejecutivo de la 57, incluso buscó la Secretaría General. Parte de sus experiencias y la aportación de otros compañeros lo llevaron a escribir el libro “Historia de la lucha sindical del magisterio estatal yucateco”.

En la introducción, el profesor escribió: “Espero que las nuevas generaciones de maestros encuentren en este texto, la inspiración y los deseos de encausar su lucha ante la nueva Reforma Educativa que los regresa a situaciones similares cuando el maestro trabajaba en circunstancias adversas”.

En el prólogo, el periodista Eduardo Vargas Marín redactó: “Este libro es, entonces, el resultado de la búsqueda de los orígenes de un árbol llamado magisterio de Yucatán, y Alejandro Escalante no es ya sólo un profesor, sino un taxónomo que no se conforma con una simple mirada al microscopio, sino que raspa la corteza, diseca la hoja, capta el aroma de la flor y hasta muerde la manzana… el libro está hecho por quien ha vivido bajo la sombra del árbol”.

Le sobreviven su esposa Ligia Leticia Rodríguez Campos con quien tuvo dos hijas, Eréndira y Alejandra.

Su compañera y también profesora manifestó que recordará a su esposo como “un hombre muy inteligente, muy capaz, buscando siempre ayudar a los demás, dio su vida por el magisterio, murió en el magisterio, la columna que escribía era para ayudar a los demás, cuando estuvo en el sindicato ayudó a los maestros, a sus alumnos les daba computadoras, les llevaba comida, era muy buen maestro de matemáticas”.

Descanse en paz

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