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La felicidad humana es, siempre,

felicidad en la infelicidad

Odo Marquard, filósofo alemán

Entendemos la vida matizada de luces y sombras. Bien dicen que solo se aprecia algo cuando se siente lo contrario, para tener un punto de comparación. En este sentido nos preguntaríamos si existe felicidad sin infelicidad, la respuesta es por supuesto que no por lo antes dicho. Cuando intentamos adentrarnos en cuestiones filosóficas, obligadamente nos remitimos a los griegos, quienes no centraron sus reflexiones en la infelicidad hasta que apareció el cristianismo con el “valle de lágrimas”, entonces fue cuando el concepto perturbador del alma y las causales de la infelicidad se volvieron temas insoslayables de la filosofía.

En el mundo moderno se alcanza la felicidad por compensación, sin embargo, esta no suprime la infelicidad, solo la compensa, por eso escuchamos frases como: “El fracaso es la puerta al éxito”, “No hay nada que aprender del éxito, todo se aprende del fracaso”, “El fracaso fortifica a los fuertes”, un sinnúmero expresadas por personajes para suplir la desdicha de no lograr lo propuesto. Cicerón suscribió que hay tantas incomodidades en esta vida, que los sabios pueden compensarlas y así aligerarlas. El hombre sabio en la modernidad es el que es capaz de vivir en equilibrio encontrando una manera personal de aligerar eso que le causa dolor, a través de ganancias indirectas de felicidad. A veces renunciará al placer que le pueda ocasionar mayor dolor o aceptará el dolor si este le dará un placer más grande. Así mismo hay un desmalignizaremos del mal, ya que no son tan malos al proporcionarnos un área de oportunidad para compensarlos, de esta manera le hemos dado permiso para que se inmiscuya en nuestra vida.

Es frecuente encontrar personas que son felices sin motivos aparentes y otras que son infelices aun teniéndolo todo, esto es explicable por la teoría de la felicidad en dos vías: la autarquía (estoicismo) y la plenitud (progresismo); así también está la metaforización de la felicidad. La risa y el llanto -expresiones únicamente humanas-, son consideradas reacciones límites de la cognición, debido a que pasan por la razón, contrario a lo que se cree en cuanto a su espontaneidad.

Al considerarse la finitud de la vida, ya que ninguno somos Dios, nos aquejan necesidades, molestias, desazones, sufrimientos, enfermedades, miedos, dolores, contrariedades y contingencias, que hacen gravoso el día a día como hemos constatado con la pandemia. Dada la nueva normalidad las ciencias del espíritu (ciencias humanas a diferencia de las ciencias naturales) son producto de las circunstancias, ayudan a compensar a través de hechos, juicios y normas. Devuelven el encantamiento por el mundo, a través de narrativas sensibilizadoras y ejercicios de funciones sociales, cuyo objetivo es la toma de conciencia y la reflexión de la propia actividad.

La felicidad siempre está junto a la infelicidad, a pesar de o directamente por ella. Lo peor que podría pasarle a nuestra especie es tener anhedonia, perder la capacidad del alma para la felicidad humanamente posible. 

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