Orgasmo y altruismo: una fiesta de placer
Hugo Espósitos: Orgasmo y altruismo, una fiesta de placer
El cerebro es un organizador de fiestas, especialmente cuando se trata de placer. Dos experiencias muy gratificantes para el ser humano, el orgasmo y el altruismo, activan los mismos circuitos cerebrales responsables del bienestar. Aunque parecen eventos distintos, ambos producen explosiones de felicidad similares en el cerebro.
El orgasmo es como esa canción que sube de ritmo y, de repente, ¡boom!, todo explota en una mezcla de sensaciones intensas. En el cerebro, el núcleo accumbens, el centro del placer, se ilumina como fuegos artificiales. La dopamina, neurotransmisor clave del bienestar, inunda el cerebro con pura gozadera.
Como un buen DJ que baja el volumen en el momento justo, la corteza prefrontal se apaga, desconectándonos temporalmente del mundo exterior.
Además de la dopamina, el cerebro recibe una dosis de oxitocina y endorfinas que elevan el placer emocional, creando una conexión más profunda con la pareja. Después de la explosión sensorial, llega la prolactina calmando todo y generando esa sensación de satisfacción y relajación que sigue al orgasmo.
Si el orgasmo es una fiesta rápida e intensa, el altruismo es más como una cena con amigos, donde todo ocurre a fuego lento. Cuando realizamos una acción altruista, el cerebro también libera dopamina, activando el mismo núcleo accumbens. Sin embargo, la corteza prefrontal ventromedial sigue activa, evaluando y valorando la satisfacción emocional que sentimos al ayudar a otros.
Aquí, la oxitocina refuerza los vínculos con quienes ayudamos, generando una sensación de bienestar duradero. El altruismo no sólo nos hace sentir bien en el momento, sino que tiene efectos prolongados sobre la salud mental y emocional, reduciendo el estrés y promoviendo una sensación de paz interior. La gratificación que obtenemos de ayudar a otros suele ser menos explosiva que un orgasmo, pero más estable y prolongada.
La calidad de las relaciones juega un papel esencial en la intensidad del placer, tanto en el orgasmo como en el altruismo. En el caso del orgasmo, una conexión emocional profunda con la pareja incrementa la liberación de oxitocina, haciendo que la experiencia sea más placentera y emocionalmente significativa. Las relaciones íntimas basadas en confianza y afecto no solo mejoran la satisfacción física, sino también la emocional.
Del mismo modo, en el altruismo, no es lo mismo donar dinero que ayudar directamente a alguien. Las acciones altruistas que implican un contacto más cercano y un mayor compromiso emocional liberan más oxitocina, lo que amplifica la sensación de bienestar y felicidad. Este tipo de satisfacción tiene efectos a largo plazo, ya que fomenta la conexión interpersonal y un sentimiento de propósito.
A pesar de sus diferencias, tanto el orgasmo como el altruismo son fiestas organizadas por el cerebro para mantenernos felices y conectados. El orgasmo nos brinda una explosión rápida e intensa de placer, mientras que el altruismo ofrece una gratificación más lenta, pero duradera.
Al final, lo que el cerebro realmente quiere es que sigamos gozando la vida, ya sea a través de la explosión de un orgasmo o del bienestar que nos trae ayudar a los demás. Así que, la próxima vez que experimentes una de estas dos fiestas cerebrales, recuerda que tu cerebro está recompensándote por hacer cosas que te mantienen feliz y conectado con los demás.