Itinerario para 'Alguien hunde mi cabeza', de David Anuar
Lourdes Cabrera: Itinerario para 'Alguien hunde mi cabeza', de David Anuar
En su reseña a Alguien hunde mi cabeza (2021) el tapatío Juan Chávez comenta que el título del libro es una provocación, un misterio: "no anticipa, no juzga, invita a averiguar de qué trata". Y aunque Armando Salgado ofrece en la contraportada una creativa indicación de lectura, surgen rutas donde la polisemia seguramente prevalecerá, como es lo propio en toda obra de buena factura.
El mismo autor me guía desde su dedicatoria: "Escribí... con la punta de los dientes. Aquí están mis dolores que ahora pongo entre las manos de...". Establecida esta vía como anclaje, me decidí a lanzar anzuelos, uno tras otro, por los cinco puntos cardinales: "Medicina familiar", "Oncología del caos", "Cotidiano cero", "Fagias" y "El demonio de Horton". La brisa corría tranquila mientras navegué por aguas domésticas. Pero la superficie comenzó a encresparse cuando avancé por "Cotidiano cero" y resonaron las referencias citadinas en una voz que emerge de la intimidad para compartirnos un dolor nuestro, atrincherado sí, en discurso político: la destrucción humana de la naturaleza, que pone en riesgo nuestra sobrevivencia.
A partir de aquí, en el espacio ficcional de la Ciudad de México, empecé a especular a quién aludiría el pronombre indefinido "alguien": ¿al sistema económico, a la civilización que cada uno somos?
Cuando Arribé a "Fagias", di un salto a la trascendencia: ¿y qué otra cosa somos, sino el coro de esclavos de Verdi a la vez que tiranos? La ley que nos hace agachar la cabeza, no es únicamente la de la naturaleza, el mundo biológico y sus enfermedades. David Anuar, qué belleza encontrarte por aquí y darme de comer. Lo que no sabía es qué postre cultural me aguardaba: "El demonio de Horton" -oleaje nuevamente oscuro o, al menos, de triple vaivén- debía mencionar a una tal "bestia".
Con las alusiones religiosas previas, inferí y dejé reposar después de "Larga esquina de verano", de Héctor Viel Temperley: tampoco hay que descuidar la referencia al proceso creativo del hablante en: "tomo un lápiz y escribo este poema" (:46). Bestial puede ser la obstinación por la escritura, la pintura o la medicina.
Celebramos esta obra, escrita con el apoyo del Programa de Becas para la Formación de Jóvenes Escritores de la Fundación para las Letras Mexicanas, y Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos 2020. Con fina edición de Mantis Editores y el Instituto Cultural de Aguascalientes, es una muestra de las poéticas más recientes y representativas del estado de Quintana Roo.
Si la mano de Dios nos hunde como una forma de obligarnos a reflexionar acerca de los límites saludables para nosotros y todos los seres de este planeta, la poesía nos debe, desde otro paradigma, la escritura de una mano que impulse y, aun cuando no pudiera prescindir de creencias religiosas, se oriente más hacia la propia consciencia de nuestros pensamientos y actos. Parafraseando al mencionado poeta argentino, vivamos la resurrección en este cuerpo, en este día, en esta playa