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MÁS PADRÍSIMOS. Desde el inicio de su popular programa de radio Copetes y ballerinas, nuestro apreciado amigo Mario Chacón Medina comenta la prensa diaria.  A menudo el hombre descubre un buen gazapo y lo envía rápidamente hacia nuestro tirahule.

En esta ocasión don Mario escucha una radiodifusora de la competencia y advierte un anuncio muy llamativo: “Los descuentos más padrísimos en el Niplito”. Tras oír eso, Chacón Medina nos comenta con tono socarrón: Uff… pensé que eran los “más buenísimos”.

Tiene razón nuestro buen amigo. Al añadirle el sufijo “ísimo” a la voz “padre”, se forma el superlativo de ese supuesto adjetivo; con ello se indica que su significado es en grado sumo y ya no es posible aumentarlo. Entonces, a esa palabra no hay por qué agregarle el adverbio “más”, pues, con expresar el superlativo es suficiente. El locutor debió de decir los descuentos muy padres o, los descuentos padrísimos; pero no decir “más padrísimos”. La resortera entra en acción, dura pedrada envía a tierra el singular pleonasmo y depositamos nuestro ejemplar en la talega.

Como opina el señor Chacón, en ese anuncio el hombre del micrófono debió decir buenísimos en lugar de padrísimos. En colaboración anterior, dedicada a los mexicanismos, mencionamos que en el centro del país se llama zócalo a la plaza principal de una población; anexo, a un albergue para alcohólicos y drogadictos; y se emplean las discordancias “el sartén” (masculino) en lugar de “la sartén” (femenino) y “la primer”, en vez de “la primera”.

También dijimos que, desde hace algunos años y a ejemplo de los habitantes del Anáhuac, en esta península los jóvenes (y los ya no tanto) utilizan las palabras “padre” y “padrísimo” como adjetivos (en lugar de bueno y buenísimo), lo que es un barbarismo por usarse vocablos erróneos.

E igualmente hicimos votos para que no se incorporen al vocabulario regional los “no manches” y “güei” o “wey”, empleados como muletillas en la Capital de la República. Si hay dudas al respecto, ver los populares programas de la televisión abierta Exatlón y Survivor México, donde los jóvenes protagonistas emplean muy a menudo esas desagradables voces.

Otro disparo de la honda y los barbarismos terminan en el sabucán.

Amigo Mario, al parecer nuestro común propósito de conservar la pureza del idioma español es causa perdida. La globalización ha triunfado por el influjo de los programas televisivos y radiofónicos de baja calidad y la rapidez y alcance de las comunicaciones actuales. Ni modo. Nos sentimos como don Quijote de la Mancha contra los molinos de viento. Hasta el próximo tirahulazo.

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