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David Ojeda.
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Dicen que la Navidad es un día mágico, el más emocionante del año y concuerdo con ello. Es un tiempo donde gracias a la mercadotecnia nuestros sentimientos afloran trayendo ilusión de que, al menos por un día en el año, todo es posible. En este tiempo, aflora lo que en verdad es el ser humano: su caridad, su alegría, un ser soñador lleno de fantasías, de amor al prójimo y trabajo en equipo.

Es un tiempo que trae también nerviosismo, que trae dudas, incertidumbre y a veces tristeza, añorando poder estar con personas que tanto se aman y que ya no se encuentran cerca, aunque también de alegría de recordar tantas bellas aventuras.

Es un tiempo de perdonar, de terminar con recelos e iniciar nuevos acuerdos. Ocurre algo muy bello que dejamos pasar, nada de esto, ninguna de estas emociones sería posible sin un autor, sin un creador de la vida y la Navidad. Estamos en un día de fiesta, cierto, celebramos muchas veces al año diferentes festejos, pero ninguno generará tantas emociones por todo el mundo como ocurre en el cumpleaños de nuestro salvador, el único capaz de generar magia en nuestros corazones permitiendo que el ser humano se exprese en su totalidad.

Hoy, es un día de costumbres, pero también de remembranzas, es un tiempo de acercarse al nacimiento, pues sin Jesús la Navidad no tiene sentido, es un tiempo de dejar de poner películas navideñas donde se hable de Santa Claus como si fuera el festejado y recordar que San Nicolás, verdadero nombre de Santa, fue uno de los primeros cristianos que hoy sabemos que se encuentra cercano a nuestro padre.

Recordemos que, los santos, no generan milagros, sino que son intercesores nuestros ante Dios. Por tanto, Santa Claus no es la magia de la Navidad, es el intercesor de esa magia o como mis papás me decían, el enviado de Jesusito para traer alegría a los niños, así como todos estamos llamados a hacerlo. Todos tenemos esa misión de santidad, de ser causantes de la magia en el corazón de todos los seres humanos, así que repito, hoy, todos podemos ser Santa Claus, pero no sólo el que trae regalos, sino del que trae al cumpleañero, el regalo más grande que hemos recibido, el creador de todo lo que nos hace felices, de todo lo que nos genera una nueva emoción, el motivo de que hoy nos reunamos en la noche, de que todo se pinte con colores hermosos, que las casas se iluminen con luces de colores, pero también de armonía y unión familiar. Si eres cristiano, de cualquier denominación, recuerda hoy regalarle una oración a nuestro principal festejado y, si no lo eres, recuerda que tendrás una gran cena llena de armonía mientras celebras un trasfondo ineludible: a Jesús.

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