Familias abandonan el Centro Histórico de Mérida

Los lugares de entretenimiento, como eran los cines, ya no están en la zona.

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Poco a poco los barrios de Mérida cambian su esencia familiar por comercial. (José Acosta/Novedades Yucatán)
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William Sierra/Mérida
El Centro Histórico de Mérida y sus alrededores han registrado una paulatina transformación remarcada en las últimas dos décadas porque sus antiguos moradores han emigrado a otras partes de la ciudad dando paso al crecimiento del comercio.

Antiguas casonas y otras viviendas del corazón de la ciudad dejaron de ser habitadas por familias para convertirse en modernos establecimientos comerciales, que tienen en el turismo nacional e internacional su principal nicho de mercado.

Para fortuna del patrimonio histórico de la ciudad se ha registrado un “boom” en la rehabilitación de antiguas casonas, ya que muchas del Centro Histórico sucumbieron por el abandono o fueron demolidas y convertidas, varias de ellas, en espacios para estacionamiento vehicular.

El “renacimiento” de estas propiedades no se debió a los programas oficiales, sino a la aportación de personas de otros estados o extranjeros, que atraídos por el clima caluroso que impera todo el año, la paz y tranquilidad en la ciudad, y por el hecho de que su dinero les rinde más, invirtieron en estas viviendas.

Vecino del barrio de La Mejorada, Jorge H. Álvarez Rendón, cronista de la Ciudad de Mérida, comentó que el centro ya dejó de ser lugar de habitación, y como ejemplo, expuso su caso, pues ya es el único que vive en la cuadra, y unos “gringos” en frente.

“Realmente la gente ya no vive en el Centro, los lugares de entretenimiento, como eran los cines, ya no están; de manera que el Centro Histórico se ha convertido en un sitio de restaurantes para los turistas”, indicó.

“Ahora podríamos decir que hay muchos centros, o mejor dicho, zonas de Mérida para acudir a distraerse, comprar y pasear”, expresó.

De hecho, indicó que en los últimos 25 años Mérida cambió mucho, con más departamentos, plazas comerciales, y ya se construye verticalmente; hay menos tendencia a casas, con jóvenes que quieren vivir en condominios y en el Norte.

Destrucción del Centro Histórico

Al referirse a los edificios del Centro Histórico, mencionó que se destruyó prácticamente en los años 60, y ahora hay una norma a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de proteger las casonas que quedan aún en pie.

“La destrucción se hizo a fines de los 50 y 60. En toda la calle 56, en la 50, fueron destruidas casas bellísimas para poner comercios, estacionamientos”, lamentó.

Entre otras modificaciones arquitectónicas significativas está la construcción del llamado “Olimpo”, a un costado del Palacio Municipal, durante la administración estatal de Patricio Patrón Laviada, en 2001-2007.

“Antiguamente estaba ahí el Olimpo, pero lo tiraron y por muchos años se convirtió en estacionamiento de taxistas. Posteriormente, a los panistas se les ocurrió volver a construir, pero lo hicieron no con los planos antiguos”, señaló.

“Para conservar el patrimonio histórico de Mérida es necesario que las autoridades tengan voluntad, pues ahí están las leyes, pero no las respetan. Por ejemplo, ahora ahí en la calle 60, cerca de Hyatt, construyen un edificio y enfrente hay una casa antigua, que ya la bardearon para que no se vea que la están derribando”, afirmó.

En céntricos barrios, por el contrario, de alguna manera las casonas son rescatadas por extranjeros, que para ellos resultan baratas y que sus dueños no tienen los recursos para sostenerla, recibiendo una buena paga.

“Las rehacen y así vemos que, en San Juan, Santa Ana, San Cristóbal, y por La Ermita, hay casas muy bonitas que están en manos de franceses, canadienses, alemanes y estadunidenses, cuyo dinero tiene más valor. Las dejan a su gusto, no precisamente con el estilo que deberían tener, pero al menos las rescataron, lo que sus anteriores dueños no hecho”, expresó.

Exhortan a conservarlas

Desde su punto de vista, el Ayuntamiento de Mérida debe modificar la ley para conservar las casonas, pues actualmente lo único que puede hacer es conservar las fachadas.

“Aunque el dueño lo pague poco a poco, el Ayuntamiento debe entrar y hacer obra. De esta manera muchas de esas casas viejas se conservarían, ayudando al dueño yucateco, y sin que haya necesidad de venderlas. Por fuera, la autoridad municipal puede trabajar, pero más adentro no se hace”, comentó.

Álvarez Rendón mencionó que el Centro Histórico seguirá con la misma tendencia, dedicada al comercio, pues ya no hay familias.

“En una plática que se organizó hace algunos años por la Facultad de Arquitectura de la Uady se decía que debería poblarse las zonas, pero eso no será posible. A La Mejorada la mataron cuando Carlos Loret de Mola transformó en la década de los 70 el parque, que tenía zonas verdes por todos lados, bancas. Puso esa plasta de cemento y retiraron los puestos de panuchos, las familias venían muchos a comer y jugar”, expresó.

Recordó que igual había un cine, El Alcázar, y el cual en una de sus administraciones, cuando fue alcaldesa Ana Rosa Cervera Payán, pretendió comprarlo, para convertirlo en un teatro regional municipal, pero el dueño le pidió tres veces su precio y ese proyecto ya no se pudo hacer, acabando actualmente en un estacionamiento, que es el típico negocio capitalista, en el que ganas con el mínimo esfuerzo.

Algo similar ocurrió con el entonces gobernador Francisco Luna Kan (1976-1982,) con el teatro José Peón Contreras.

“Cuando se enteró que el dueño quería botar el Peón Contreras, Luna Kan fue a verlo ofreciéndole una determinada cantidad, pero éste le pidió cinco veces más, por lo que respondió enviando una solicitud al Congreso para expropiar la propiedad por causa mayor. Ana Rosa no podía hacerlo, pues era del PAN, jamás se lo iban a permitir, en cambio, al otro emanado del PRI, que dominaba todo, rápido lo permitieron, y qué bueno”, comentó.

Comentó que hoy en día el único barrio que puede decirse sigue siéndolo es San Sebastián, ya que mantiene sus fiestas, y no como sucedió en Santiago, donde hubo gente que se quejó porque hacia ruido, cuando esa festividad llevaba unos cien años.

“Santa Ana no puede decirse que es barrio y San Cristóbal lo mismo. Solo hay negocios, estaciones de autobuses, ya no hay familias. De noche está muerto el lugar, y solo revive cuando se acerca la fiesta de la Virgen de Guadalupe, pero con la llegada de gente de todos lados”, apuntó.

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