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Hace un par de semanas, un colega que también escribe para las páginas de este rotativo compartió al grupo una publicación que señala un grave problema social que está ocurriendo en Japón con la gente mayor de 60 años: están cometiendo el delito de robo, incluso reincidentemente, con toda la intención de ser arrestados y encarcelados. La cifra de ancianos en esta situación ha aumentado 359% desde 1991 y hoy ya representan el 15% de la población reclusa, siendo el único grupo de edad que ha aumentado en los últimos años.

Suelen decir: “Si te arrestan, todavía tienes un techo sobre tu cabeza, te dan de comer tres veces al día, y te hacen chequeos de salud”. Japón ocupa el segundo lugar de entre todos los países del mundo, solo después de Andorra, con la esperanza de vida más alta: 82 años.

La esperanza de vida al nacer es un dato estadístico poblacional que los países y organismos internacionales utilizan para elaborar planes y programas, y no es otra cosa que el promedio de edad de las personas fallecidas en un año determinado. Difiere un poco de la esperanza matemática de vida, que suele ser un poco mayor y es un dato probabilístico más que estadístico. Ambos presentan pronunciadas desigualdades entre clases sociales, ambos géneros, categorías laborales y entre naciones.

La esperanza de vida mundial a 2015 era de 71.4 años. El Inegi señala que en México, en 1930, era de 34 años, pero ya para 2016 era de 75.2 años y Yucatán está ligeramente arriba del promedio nacional con 75.6. Me parece que la humanidad ha sido muy exitosa en incrementar esta esperanza, especialmente durante el siglo XX, pero al mismo tiempo creo que no hemos encontrado el modo de sostener la calidad con que habremos de vivir esos años adicionales que hemos ganado.

Es un hecho evidente que el cuerpo humano sufre un deterioro en sus funciones físicas, pero también en la capacidad cognitiva y los procesos mentales de razonamiento lógico relacionados con la realidad, lo que necesariamente se traduce en una disminución de las capacidades y habilidades que son necesarias para realizar un trabajo de cualquier tipo, y por eso es que existe el retiro, pero también es cierto que pocos se preparan para esa etapa de la vida tanto en el aspecto financiero, como de salud física y mental. Incluso no son pocos quienes expresan un rechazo a retirarse, y perciben como algo virtuoso continuar laborando aún a una edad avanzada.

Cada día me convenzo más de que existe un término medio al que se puede aspirar, un retiro no debe de ser un abandono absoluto a la soledad e improductividad, pero también creo que puede ajustarse el ritmo, cambiar de actividad, reducir la vulnerabilidad y los riesgos, para alcanzar un mejor y más digno vivir.

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