Cenotes con actividad paranormal

La experiencia de una familia que llegó 'por accidente' a uno de estos cuerpos de agua es todavía inexplicable.

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Una familia tuvo una experiencia paranormal en un cenote al que llegaron 'por accidente', pues pensaron que era un lugar turístico. La imagen no corresponde al hecho, es únicamente de contexto. (Archivo/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hoy les presentamos dos relatos que nos enviaron los lectores de esta sección; el primero es en relación con un cenote que se encuentra abandonado, y el segundo una presencia por demás sorprendente de “Juan Tuul”.

“Hola, mi nombre es Tila Alvarez, quiero platicar que hace un tiempo nos fuimos con mi familia a visitar un cenote; es el primero antes de llegar a Yaxcabá y entramos ahí por confusión, ya que mi esposo pensó que era turístico; el camino estaba muy feo, había mucho monte y cuando llegamos al final nos sorprendió porque no estaba en buenas condiciones.

“Yo decidí bajar y en ese momento sentí algo raro en el ambiente, sólo me asomé y me percaté (de) que habían como restos arqueológicos, pues vi los lugares donde los mayas hacían sacrificios; en la parte de arriba había una casita, o sea, un cuarto hecho de piedras, sin techo ni nada, y entramos ahí pero de repente empezamos a escuchar como unos silbidos y mi esposo iba a ir a grabarlo, pero se escuchó que cayó algo y la verdad no lo dejé ir.

“Nos subimos al coche y nos retiramos. Después nos fuimos y vimos una iglesia, no sé si me  sugestioné, pero se sentía mucha tristeza, luego seguimos por el mismo camino de la iglesia y nos encontramos un cenote pero sin agua y bajamos; se nota que va gente como a hacer algunos ritos.

“Algo que nos sorprendió fue que en la parte alta de ese cenote habían nombres, pero no hay manera de subirse a escribirlos o al menos eso es lo que creo. A lo mejor ahí ha energías o cosas raras”.

Aquí termina el primer relato.

El Señor del ganado

“Mi nombre es Sebastián Tzab Mota; el relato que les platicaré me lo contó mi abuela hace tiempo. Ocurrió en un pequeño rancho donde trabajaba mi bisabuela Eraclia (qepd). Cuenta que en ese rancho (la verdad no sé si todavía existe, pues fue hace mucho tiempo y se encontraba más o menos en la salida de Molas y la entrada de San Jose Tzal) ella trabajaba casi todo el día criando a los animalitos del rancho, en especial a los ganados.

“Ahí mismo, en los corrales había una pileta que tardaba en llenarse tres días, ya que era muy grande, pero ideal para los ganados. Cada día llenaba esa pileta, ya que los animales bebían mucho de ella, pero siempre lo terminaba a los tres días.

“En una ocasión, mientras jalaba la cubeta del pozo para llenar la pileta, se dio cuenta (de) que ya no tenía agua, y no se explicaba por qué, ya que los ganados no bebían tanto; así que la tuvo que llenar de agua otra vez.

“Al día siguiente sucedió lo mismo y lo tuvo que rellenar de nuevo; al tercer día le ocurrió lo mismo y así durante varios días pasaba la misma situación, pues siempre se encontraba con la pileta seca.

“Un día decidió dejar esa actividad de último e irse a su casa, y mientras terminaba cayó casi la noche. Mientras acarreaba el agua para llenar la pileta, escuchó pisadas grandes y cada vez más cercanas. Ella, con la curiosidad de saber qué era, se subió a una mata de ciruela para ver mejor.

“Y vaya susto que le causó, pues vio a un toro enorme como de tres metros de altura con los ojos rojos; ella, asustada, se bajó rápido de la mata y se fue a esconder en la chocita que está en el rancho.

“Los dueños del ranchito que estaban ahí la vieron asustada y pálida, y hasta con los ojos casi ‘virolos’ (bizco). Le preguntaron por qué estaba así, y les dijo que vio a un toro grande y vio cómo tomaba el agua de la pileta que ella había sacado.

“Hasta los dueños se asustaron y le dijeron que fue bueno que no la haya visto, pues se trataba de Juan Tuul (el demonio o señor de los ganados), pues si la hubiera detectado se la hubiera tragado”.

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