Alegría
"Amigos, suplicad a Dios que os conceda el don de la alegría. Sed alegres como los niños y como los pájaros del cielo" Fëdor Mikhailovich Dostoyevsky.
Todos en algún momento hemos sentido una gran alegría en Navidad y en el Adviento, ya sea por las preposadas, posadas, regalos, visitas de familiares. Época, que los días son más cortos, vemos en muchos países, que cae la nieve, aquí en Cancún, solo entran nortes, que son nuestro gran invierno, y entran también los pensamientos de la Navidad. Incluso para los no creyentes, siempre se busca prender un rayito de luz, de felicidad en los demás
La Navidad es una fiesta de amor y alegría, y con toda tristeza podemos ver por las calles, en los centros comerciales, a las personas con cara triste. Veían las cosas materiales que comprarían, como si esa prenda, ese objeto les fuera a llevar la felicidad a su vida.
Hay quienes piensan que la alegría vendrá en el regalo que se compre, o en el que se recibe ahora en Navidad, o que pudiera venir en el instructivo del nuevo aparato electrodoméstico que uno recibirá de regalo.
No, la alegría no se vende, también es un engaño pensar que la alegría llegará teniendo más poder, o más amigos y likes en las redes sociales. Y mucho menos está en una sonrisa bien ensayada.
La alegría no se encuentra al final del camino, sino está con cada acción realizada, cada vez que uno ama, que uno perdona, que uno ayuda al necesitado. Poder amar con una verdadera alegría, enriqueciendo al otro de alegría.
En este recorrido de la vida, que se van hilando una a una las acciones para ir logrando con todas aquellas oportunidades que nos de la vida, ir consiguiendo la alegría con sencillez, desde el fondo del corazón.
Comentaba una amiga que la alegría de la vida es como cocinar, uno abre el refrigerador, ve cuales son los ingredientes que tiene y con eso se prepara un riquísimo platillo, y a disfrutarlo. La vida es igual, con lo que uno tiene se vive con alegría, con paz, sabiendo que uno está satisfecho con su actitud, que la alegría no se encuentra al final del camino, sino en las acciones diarias y concretas; siendo siempre muy contagiosa.
Tristemente a veces nos pasamos lamentando todas nuestras penas, y de nuestras alegrías no les damos la debida importancia. ¿Qué pasaría si revirtiéramos las cosas, y habláramos mucho más de nuestras alegrías, que de las penas?
En este tiempo de Adviento, un elemento muy importante para prepararnos, es renovar nuestro amor a Dios, buscando la paz que es amor, y solo allí podremos encontrar la alegría perfecta. (Mónica Treviño)