Una evaluación desatinada del gobierno de Estados Unidos lo hizo emitir una alerta de viaje –un llamado a extremar precauciones– para sus ciudadanos que visiten Cancún, Cozumel, Playa del Carmen y Tulum –la Riviera Maya–, por un incremento explosivo en la tasa de homicidios que toma como punto de comparación a 2016, en el ocaso del gobierno de Roberto Borge.

Entonces los delitos fueron escondidos en el baúl y no fueron reportados al Sistema Nacional de Seguridad. Unas 120 mil carpetas de denuncias fueron escondidas, entregando un panorama de fantasía. Y cuando la información fluye sin maquillaje en el gobierno de Carlos Joaquín, el contraste alarma al gobierno de Estados Unidos que reaccionó mecánicamente, sin comprender el grado de perversidad de nuestros políticos y altos burócratas capaces de lo peor.

“Es obvio que sobre cero delitos vamos a tener un incremento de 100 por ciento”, reaccionó recientemente Carlos Joaquín en entrevista publicada por una revista.

A mediados de septiembre de 2015 renunció Gaspar Armando García Torres como Procurador de Justicia, y su silla fue ocupada por Carlos Arturo Alvarez Escalera, quien fue designado Fiscal General y se atrincheró en esa posición al inicio de esta administración, hasta que fue relevado por Miguel Angel Pech Cen.

En estas aguas caribeñas agitadas, Estados Unidos negó que los suyos hayan sido víctimas de la violencia provocada por la delincuencia organizada que golpea sobre todo en su frontera con nuestro país y en otras zonas calientes.
El dato riguroso lo aportó ayer el Comandante de nuestra Zona Militar, Gabriel García Rincón, al precisar que Quintana Roo ocupa el sitio 27 en incidencia delictiva a nivel nacional.

El gobernador Carlos Joaquín y su equipo reaccionaron de inmediato con datos certeros para desactivar el escándalo basado en la mentira y cuyos efectos pueden ser nocivos para nuestra principal industria.

El manejo de las cifras rojas fue perverso en 2016, cuando Carlos Joaquín González relevó al priista Roberto Borge Angulo, inaugurando la alternancia en una zona de desastre que incluyó el ocultamiento de datos delictivos ¿A quién se le habrá ocurrido esa perversidad?