Priistas sin su exterminador Beto Borge

Ahora podrán competir como seres arrepentidos que fueron llevados a la ruina política por el ogro.

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En la guerra electoral de 2016 el PRI lo hizo todo para perder con esa rencorosa conducción de Roberto Borge, su gobernador de probeta. Si los priistas revisan cada movimiento del período por fortuna casi sexenal, podrán comprobar que predominó el insulto en cada desplazamiento, sacrificando a cientos de familias chetumaleñas con una glacial reingeniería y una voracidad de pez león invasor que desangró al estado.

Pero más allá de Beto Borge –único tema de cierta prensa–, el PRI se fue convirtiendo en un ente despreciable habituado al abuso en la gubernatura y alcaldías que conquistaba sin esfuerzo, y su gangrena moral fue avanzando mientras perfeccionaba las recetas para el despojo. El colapso llegó aquel cinco de junio de 2016, con dos protagonistas desprendidos de su ejército: Carlos Joaquín González y Luis Torres Llanes, triunfales candidatos a la gubernatura y la alcaldía capitalina.

Ahora los priistas se presentan en los frentes donde podrán competir como seres arrepentidos que fueron llevados a la ruina política por el ogro Beto Borge, cuyo hospedaje de cero estrellas en el estado de Morelos si acaso provoca aisladas muestras de solidaridad, todas ellas en riguroso secreto e indetectables hasta para el FBI.

Sus adversarios del PAN y PRD pretenden atacar al PRI con el cacareado reproche de sus excesos bestiales, obra de un puñado de angelitos. Pero la sublime pieza de Paquita del Barrio con su “rata de dos patas” ya no tendrá aquel efecto triturador porque el villano mayor es prisionero y otros hombres del poder son evaluados, no precisamente con notas de excelencia; pocos olvidan los uniformes poblanos.

En la capital sureña esta guerra se disfrutará y sufrirá a un ritmo intenso, ya que el chetumaleño promedio se sacudió el temor al PRI invencible y comprobó que su voto decide elecciones y sobre todo castiga. Ahora tendrá todo el poder para autorizar la mudanza del Tricolor al Ayuntamiento capitalino, o mantenerlo en la calle descalzo y con un mendrugo de pan, valga la imagen.

Pero también el PRI defenderá su cinturón en la diputación federal ocupada por la chetumaleña Arlet Mólgora Glover, arrepentida de su incursión como candidata a la alcaldía capitalina que se llevó al paladar el ex priista Luis Torres Llanes.

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