Una megaescultura interminable en Chetumal

No ha sido abierta al público porque sigue inconclusa en sus detalles internos.

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La manoseada megaescultura de la bahía de Chetumal no ha sido inaugurada a estas alturas, y su accidentado proceso ya abarca cuatro períodos gubernamentales: Joaquín Hendricks Díaz, Félix González Canto, Roberto Borge Angulo y Carlos Joaquín González, quien heredó una obra torpemente alterada que dejó de ser lo que proyectó el genial escultor monumental chihuahuense Enrique Carbajal, Sebastián.

La presión aumenta en el patio del Secretario de Infraestructura y Transporte (Sintra), Jorge Portilla Manica, en quien fue encomendado el proceso para culminar la obra más polémica y rechazada en la capital, por la millonaria inversión con aroma a derroche y decisiones fallidas e improvisaciones de mandos gubernamentales regidos por ocurrencias.

La magaescultura no ha sido abierta al público porque sigue inconclusa en sus detalles internos –lo relacionado con el museo y cuestiones eléctricas–, y Jorge Portilla tendrá que explicar a detalle las causas del incumplimiento que mantiene ocioso al gigante albino que podemos contemplar en algunos tramos de nuestro bellísimo bulevar.

La cercanía del primer informe del gobernador no tiene la menor relación con la inauguración de una obra que se niega a aceptar el chetumaleño, pero que los plazos no sean cumplidos convierte a la megaescultura en un suceso de largo aliento, capaz de trascender sexenios desde Joaquín Hendricks sin que sea posible darla por concluida.

La mayor lección que nos deja este indeseable legado pega de lleno en la irresponsabilidad de nuestros políticos y burócratas que deciden unilateral y precipitadamente la luz verde de enormes inversiones, sin evaluar lo de fondo. Porque debemos recordar que la megaescultura en su origen fue presentada como una obra que sería fruto de la inversión de grandes empresarios mexicanos, como el mismo Carlos Slim.

En la recta final del gobierno de Hendricks comenzaron a fluir los millones de las arcas gubernamentales para iniciar la obra majestuosa. Pero el gobierno del estado siempre estuvo solo en esta misión porque los grandes empresarios y fundaciones no tuvieron el mínimo interés en la obra que ha dormitado en la bahía de Chetumal, asimilando una millonaria inversión que ha acrecentado su rechazo en la mayor parte de los capitalinos…

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