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Pisoteando su propia investidura como titular de la dependencia encargada de atender los asuntos de injusticia laboral, la secretaria del Trabajo, Catalina Portillo Navarro, ordenó el cese fulminante del presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje, Pedro Javier Moreno Uc, a quien echó por la mala de sus oficinas en Chetumal en horario laboral, mientras el funcionario atendía las audiencias del día. 

Los esbirros de Catalina “Creel”, como la apodan ya los propios empleados de la STyPS que sufren cotidianamente sus arranques de prepotencia, llegaron armados con un oficio de destitución firmado únicamente por la Secretaria del Trabajo y por medio del cual le comunicó al presidente su remoción del cargo, así sin previo aviso. 

Pero este acto de autoritarismo no tiene sustento legal, ya que el artículo 644 de la Ley Federal del Trabajo especifica que los titulares de las juntas de conciliación y arbitraje solo pueden ser removidos por el gobernador del estado, y solo cuando se cumplen una serie de causas que la propia norma detalla.

A pesar de que el funcionario intentó defenderse, el director jurídico de la Secretaría del Trabajo, Wilberth Novelo Tec, y la directora del Trabajo, Verónica Salas Mozo, fueron con el hacha afilada para cumplir su papel de verdugos, convirtiéndose en protagonistas de un espectáculo bochornoso que fue atestiguado por los empleados de la junta y por los ciudadanos presentes.

Sin escuchar razones, los ejecutores de Catalina Creel amenazaron al funcionario chetumaleño con sacarlo a la fuerza con policías, y le sugirieron sin amabilidad alguna que mejor no se pusiera “pendejo”.

El fondo del asunto no es nada trivial. Javier Moreno se ganó el repudio de la furibunda secretaria por no obedecer ciegamente sus órdenes caprichosas, pues a decir del funcionario muchas de estas violentaban el estado de derecho, y peor aún, los derechos de los propios trabajadores a los que dice defender.

Y es que los trabajadores más maltratados son empleados de la Secretaría del Trabajo, pues la señora Catalina ha instaurado un reinado de terror a través de la intimidación y los golpes de autoridad, con varias víctimas en su haber. 

Su actuar es inmoral e hipócrita, pues no se puede “defender” los derechos de los trabajadores mientras tiene la punta de su fina zapatilla en el cuello de sus colaboradores.

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