Alma, la donadora más joven de órganos en la historia de Q. Roo (video)

La semana pasada, la menor perdió la vida y sus padres donaron sus órganos.

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Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- El espíritu aventurero de Alma nunca la detuvo: saltó del trampolín más alto, se aventó al cenote más profundo, se colgó de cabeza entre la selva, vio la última película de terror y, en su aventura final, quiso volar muy alto y trascender a la vida entregando su luz a otros niños como ella, que soñaban con reír, jugar y sobre todo vivir intensamente.

“A mi niña siempre le gustó ayudar, no importaba si con ello donaba sus pertenencias, y cuando veía a personas con alguna discapacidad pidiendo dinero, me decía: “Mami, ayudémoslo... ¿cómo va a estar sin dinero?, lo necesita más que nosotras”… Y así, incontables veces le ganaba el corazón”, recuerda Vanesa, su madre, quien, con orgullo, recordará por siempre a su hija amada.

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Aunque también sea inolvidable aquel día cuando, de pronto, un intenso dolor de cabeza estremeció las entrañas de Alma; fueron apenas unos minutos, y la luz se le apagó: la pequeña cerró sus ojos al exterior, pero no los de su corazón, ése que latía todavía tan fuerte que anunció su última misión: ser donadora de órganos.

Sin saberlo, Alma se convirtió en la más pequeña donadora de órganos en la historia de Quintana Roo.

Hoy Vanesa le llora la ausencia de la hija más pequeña que Dios le prestó; sí, sus ojos diluvian por Alma, por su “mamita chiquita” como la pequeña le decía cada vez que la recibía, al llegar del trabajo.

Una explosión de amor y energía

“…Vi a mi hija cómo fue apagándose y nada pude hacer, traté de hacerla reaccionar, pero no regresó, se me fue de la misma forma como partió su padre hace nueve años, y entonces, en ese momento, comprendí que sería el final”, sollozó.

Alma era una explosión de amor y energía, una niña feliz de espíritu aventurero y de buen corazón, tan grande que le decían que no le cabía en su cuerpo.

Apenas una semana atrás, se le vio festejando a su tío favorito, Jorge, quien la recuerda conviviendo con otros niños de su edad: bailó, jugó, saltó, corrió, cantó como nunca, como si supiera que su tiempo se detendría pronto, y entonces lo vivió al máximo; sin duda su alegría fue mi mejor regalo” dijo conmovido su tío Jorge.

“Pensaba que mi hija se iba a salvar"

En el día trágico, los médicos informaron que ya nada podía hacerse: el diagnóstico era muerte cerebral.

“Pensaba que mi hija se iba a salvar,  le pedí tanto a Dios que me la dejara, aunque tuviera que cambiar mi vida entera, salirme de trabajar, sin embargo, esa luz de esperanza se apagó”.

Los médicos se acercaron a la familia para externarles la posibilidad de que los órganos de Alma fueran donados a otros niños y así salvarles la vida; entonces todo fue claro: mi amor de madre recordó su espíritu solidario, y que su propósito, incluso en los últimos momentos fue donar su propia vida.

Vanesa contó que al salir de la cirugía en la que procuraron los órganos de su pequeña, sintió mucha paz en el corazón, supo que los cuatro niños recibieron con éxito los riñones y córneas de Alma; “fui valiente como Alma, me enseñó a valorar, y a que debemos ayudar para ser felices”.

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