Árboles y carbono

¡Vaya lío que se ha armado con esa noticia falsa de que el Ayuntamiento de Mérida multaría a quien no siembre al menos un árbol...

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¡Vaya lío que se ha armado con esa noticia falsa de que el Ayuntamiento de Mérida multaría a quien no siembre al menos un árbol dentro de su propiedad! El Ayuntamiento salió a desmentir el asunto, y todo mundo ha estado lamentando desde entonces que no hubiera sido verdad, ya que muchos atribuyen a los árboles propiedades benéficas que sin duda alguna poseen, sin embargo, también existen creencias respecto de los árboles y los bosques que resultan inexactas o falsas.

Se dice con frecuencia que los árboles ayudan a mitigar el cambio climático debido a que capturan o secuestran carbono, y producen oxígeno que devuelven a la atmósfera. Cuando se habla de bosques, se hace referencia a su función como sumideros de carbono. Ante tales afirmaciones, conviene hacer algunas precisiones y definir claramente los conceptos.

El término “mitigación” se refiere a actividades encaminadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y/o a la remoción de dióxido de carbono de la atmósfera. “Secuestro” de carbono es el acto de remover, literalmente incautar, el dióxido de carbono de la atmósfera, y almacenarlo en la forma de cualquier material biológico.

Para que un bosque pueda ser llamado “sumidero” de carbono, tiene que haber una transferencia neta de carbono desde la atmósfera al bosque, y éste solamente conservará ese término mientras su inventario total de carbono continúe aumentando.

Los productos de madera son auténticos almacenes de carbono, a pesar de que por sí mismos no “capturan” dióxido de carbono desde la atmósfera, sí lo mantienen atrapado durante toda su vida útil.

Siempre y cuando los árboles adecuados sean plantados en los lugares correctos, y reciban los cuidados y atención agronómica que necesitan, pueden convertirse en una forma muy atractiva de remover el dióxido de carbono que existe en la atmósfera. Sin embargo y por lo general, plantar árboles es una actividad que juega un papel importante, aunque pequeño, en la mitigación del cambio climático.

Aquí el punto verdaderamente importante es que la “compensación”, ya sea mediante la siembra de árboles u otras actividades que capturan y secuestran carbono, no debería ser la primera y más importante intención; la reducción súbita y efectiva de las emisiones de GEI generadas mediante las actividades humanas tendría que ser el principal objetivo.

Con esto de ninguna manera quiero desincentivar la actividad de sembrar árboles, todo lo contrario, es algo tan importante que tiene que seguirse haciendo, ya que entre todas las posibles actividades que compensan las emisiones es quizá la única que adicionalmente aporta una cantidad invaluable de beneficios ambientales y sociales; solamente deseo resaltar que por sí sola no basta; no podemos sembrar un árbol, y continuar desperdiciando energía eléctrica generada quemando combustible fósil, creyendo que nuestro árbol se encargará de retirar el CO2 que eso produce.

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