Astor Piazzolla, sentimiento porteño

Argentina brindó al mundo un gran músico, compositor, maestro de orquesta y ensambles...

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Argentina brindó al mundo un gran músico, compositor, maestro de orquesta y ensambles. Ese melómano, el loco que con su balada evolucionó al principal género melódico de Argentina, criticado por los tangueros tradicionalistas y amado por el mundo del jazz, así como por la música de cámara. Originario de Rio de la Plata, pero formado entre los barrios de Nueva York con sus sonidos sincopados, contó con la fortuna de conocer al maestro Carlos Gardel en Estados Unidos e incluso participó en una de sus películas cuando era niño. Marginado en Buenos Aires por su estilo al interpretar el tango, alumno del principal bandoneonista argentino, así como de una de las mejores directoras de orquestas del siglo XX, la francesa Nadia Boulanger. Amante de la pesca de tiburones, tres féminas inspiraron las notas inmersas en la conmoción de su bandoneón y un revolucionario de la música interpretada con un nuevo sentimiento porteño.

La agitación que incita la mirada de la mujer, besos que son la llave para abrir esa puerta donde la pasión aborda, aromas de la intimidad, instintos que se agudizan, cuerpos que se entrelazan, los sentidos alborotados y el tango como cómplice, género musical que enloquece cuando uno se adentra, que adolece cuando el sufrimiento gobierna, sensaciones de arrabal que se adornan con música de cámara, así es el llamado “nuevo tango”, el de Piazzolla, que acaricia los rincones del interno y que el suspiro del bandoneón hace que fluya el líquido del sentimiento.

Algunos críticos del tango, afirman que la interpretación del maestro Astor no es el género porteño, incluso es odiado por algunos tradicionalistas de esta melódica al argumentar que su tango no es de los barrios, sino de los eruditos y no es de los poetas… es de los intelectuales. Además, la marginación hacia este músico a finales de la década de los 50  fue muy marcada, ya que la juventud vivía la etapa del rock, el tango agonizaba y los viejos amantes de esta lírica lo rechazaban, pero la entrega, preparación, inspiración y talento de Piazzolla fueron más fuertes que cualquier señalamiento.

En sus presentaciones tocaba el bandoneón de pie, rasgo distintivo, ya que la costumbre era interpretar el instrumento sentado. Piazzolla, impredecible en temas políticos; sonámbulos, que musicalizara las letras del gran escritor Jorge Luis Borges y que en su infancia lo retratara Diego Rivera cuando pintaba el mural del Rockefeller Center en 1933. Asimismo, compositor que realizara cerca de cuarenta discos, muchas bandas sonoras y cientos de piezas, eso sólo de las obras que diera a conocer.

Entre jazz, música clásica y tango

Hijo único de Vicente “Nonino” Piazzolla y Asunta Manetti, pareja descendiente de italianos, Astor Pantaleón Piazzolla nace el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, Argentina. A la edad de cuatro años, sus padres deciden mudarse a Nueva York, Estados Unidos, sitio en el que Astor vive sus primeros años envuelto por la magia del jazz, donde los ecos de grandes artistas como Al Jolson y  Sophie Tucker hacían del Bar Orpheum un lugar perfecto para aprender música sincopada, de la cual Piazzolla se enamoró. En 1929, “Nonino” le compró su primer bandoneón, que le costó 18 dólares en una tienda de empeño, esto porque el instrumento le recordaba sus tierras porteñas.

En esta época, el pequeño Astor aprendió cuatro idiomas (español, inglés, italiano y francés), empezó a tomar clases de bandoneón en 1931 y en 1933 estudió piano con un discípulo del compositor y director de orquesta ruso Rachmaninov, el pianista Bela Wilda a quien le debiera el gusto por la música clásica, específicamente la del ilustre músico alemán Johann Sebastian Bach.

Algunos datos curiosos: en 1932, Astor Piazzolla compuso su primer tango “Paso a paso hacia la 42” o mejor conocido como “La Catinga”. Conoció a Carlos Gardel, quien lo invitó a realizar el papel de un niño voceador en el filme El día que me quieras (1934), su participación duró 15 segundos. Casualidades o no, Gardel invita al niño bandoneonista a su gira por América, sus padres se lo prohíben y en un vuelo de esta gira Carlos Gardel, así como sus músicos, fallecen en un accidente aéreo el 24 de junio de 1935.

En 1936, la familia Piazzolla regresa a Argentina y Astor busca suerte en Buenos Aires, sitio donde conoce al Sexteto Elvino Vardaro, cuyo primer bandoneonista era Aníbal Troilo apodado “El gordo”.

El músico rebelde

En el año 1939 forma parte de la alineación en la Orquesta de Aníbal Troilo, a quien Piazzolla considera uno de sus maestros. Durante esa época, el joven bandoneonista alimentaba su pasión por la música de cámara al escuchar orquestas en el Teatro Colón por las mañanas y por las noches ejecuta el tango de Troilo, realizando modificaciones a las partituras, a lo que “El gordo” le decía que dejara su música tal como estaba, ya que confundía a los bailarines y a los otros músicos.

En la década de los cuarenta, Piazzolla estudió con el compositor argentino de música académica contemporánea Alberto Ginastera, piano con Raúl Spivak y dirección orquestal con Hermann Sherchen. Forma su primera orquesta en 1946 y compone su tango inaugural en forma: "El desvande”. Se casa con Dedé Wolff en 1942, con la que procrea  dos hijos: Diana Piazzolla en 1943 y Daniel Piazzolla en 1945, con quien tiempo después formaría un ensamble. Algo contradictorio en esta época fue que en 1948 realizó un par de piezas para el gobierno peronista: "República Argentina", que jamás quiso interpretar en público y el “Himno a Perón”, el cual destruyó, ya que estaba en contra del régimen.

Ya en la primera mitad de los años 50, el tango de Piazzolla comenzaba a tomar su toque distintivo, con piezas como "Para lucirse", "Prepárense", "Contrabajeando" y "Triunfal". En 1953 realiza los Tres Movimientos Sinfónicos de su obra “Buenos Aíres”, con la que ganó el galardón Fabien Sevitzky y una beca para estudiar en Paris, Francia, con la famosa directora de orquesta Nadia Boulanger.

El nuevo tango, y “adiós Nonino”

París, la capital del amor, fue el lugar para que Astor retomara su romance con el tango y la responsable fue Nadia Boulanger, ya que dentro de sus estudios con ésta gran directora de orquesta, el mayor aprendizaje fue cuando ésta le dijo que no escuchaba nada de Piazzolla en sus composiciones de música de cámara, sino a otros autores. Él le confesó que interpretaba tango en Argentina. Ella le pidió que tocara alguno que hubiera creado y Astor eligió su pieza “Triunfal”. Después de escucharlo, Boulanger le dijo las palabras que marcarían su vida profesional: “Serás idiota. ¿No te das cuenta? Esto es Astor Piazzolla”.

Renovado por la declaración de su maestra, en 1955 Piazzolla graba una serie de tangos para bandoneón, piano y cuerdas, con una orquesta francesa y de regreso a Buenos Aires, once meses después de estar en Francia, crea el Octeto de Buenos Aires, mismo que contaba con grandes músicos como Atilio Stampone, Enrique Mario Francini, Horacio Malvicino, Jaime Gosis, Leopoldo Federico, Hugo Baralis, José Bragato y Juan Vasallo, iniciando así el tango nuevo, bautizado por Piazzolla como “música contemporánea de Buenos Aires”.

En esta década, el maestro del nuevo tango, soportó en sus presentaciones gritos de tangueros tradicionales que exclamaban “¡Ahora tócate un tango, Piazzolla!”, así como la crítica de la prensa porteña y la falta de conocimiento de los jóvenes que preferían el rock. A pesar de estos inconvenientes, en 1957 compone "Tres minutos con la realidad", obra que fusionaba de forma clara lo clásico con el tango.

A finales de los 50, decide regresar a esos callejones neoyorkinos para gestar el jazz-tango, con sus propias composiciones entrelazando temas de jazz, pero el resultado no fue muy positivo y en 1959 recibe una de las peores noticias de su vida, el fallecimiento de su padre al cual le compuso su mejor obra melódica: "Adiós Nonino".

El genio y la “Balada para un loco”

Después de la trágica noticia sobre su padre, Piazzolla regresa a Buenos Aires en 1960 para formar su primer quinteto y tal vez el más apreciado por Astor: Nuevo Tango, conformado por bandoneón, violín, piano, guitarra eléctrica, y contrabajo. En 1963 la presentación de Tres tangos sinfónicos con la dirección de Paul Klecky, recibe el premio “Hirsch” y en 1965 lanza dos de sus mejores álbumes: Piazzolla en el Philarmonic Hall de New York con la participación del quinteto y El tango, donde las letras del gran Jorge Luis Borges y la música de Astor Piazzolla se ligan; sencillamente una de las obras maestras de este bandoneonista.

En 1966 su esposa Dedé Wolff, que para muchos fue la mujer que más lo amó, se separa de Astor, aunque la soledad no le duró mucho al músico, ya que en 1968 la Operita María de Buenos Aires, escrita por el poeta uruguayo Horacio Ferrer, brinda el papel principal a Amelita Baltar, que sería la nueva musa de Piazzolla. Algunos biógrafos señalan que Astor cambiaba en su estilo para componer, de acuerdo a la mujer que estuviera a su lado en ese momento, y Baltar era cantante, así que Piazzolla empezó a crear piezas que Amelita pudiera interpretar, lo que dio por resultado en 1969 -junto a Horacio Ferrer- el tema "Balada para un loco", el cual presentaron en el Primer Festival Iberoamericano de la Canción ese mismo año.

En los años 70 regresa a París acompañado por Amelita, donde compone junto a Ferrer el oratorio "El Pueblo Joven", mismo que se estrena en Saarbruck, Alemania, en 1971. Además, crea su Noneto o Conjunto 9, ensamble que reproducía la música de cámara soñada por Piazzolla entrelazada con su estilo de tango, pero tanta carga de trabajo tuvo repercusiones, ya que en 1973 el músico porteño sufre un ataque al corazón que le obliga bajar su ritmo de vida y decide trasladarse a Roma, Italia, donde realiza en 1974 otra joya melódica denominada "Libertango", muy apreciada por el público europeo. También en este período se separa de Amelita Baltar y crea el "conjunto electrónico", octeto en el cual participa su hijo Daniel en el órgano eléctrico, así también graba con el saxofonista Gerry Mulligan el disco Summit, donde el bandoneón y saxofón brindan una exquisita armonía.

La segunda mitad de la década setentera fue un torbellino para Astor, ya que en 1975 fallece Aníbal Troilo y Piazzolla le compone la "Suite Troileana", grabada con el conjunto electrónico. En 1976 contrae matrimonio con su segunda y última esposa, Laura Escalada. A finales de ese año se realiza el concierto 500 Motivaciones en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires y en 1977 otra exitosa presentación en el Olympia de París con su ensamble electrónico acompañado por músicos de rock. Cabe mencionar que esta fue la última vez que su grupo eléctrico pisó un escenario y para algunos especialistas musicales esto dio pie al movimiento conocido como jazz-rock.

En 1978, con la decisión de vivir en Europa arma otro quinteto, con el que realiza el Concierto para bandoneón en 1979, que comprendía tres movimientos: “Allegro Marcato”, “Moderato” y “Presto”.

Otoño porteño de un bandoneonista

La creatividad armónica de este revolucionario del tango seguía dando frutos, ya que en 1982 realiza otra obra maestra “Le Grand Tango” para chelo y piano, que por cierto dedicó al chelista ruso Mstislav Rostropovich. Otros acontecimientos en este período fueron que a pesar de los insultos recibidos en los años cincuenta, en 1985 la ciudad de Buenos Aires le brindó el título de Ciudadano Ilustre y recibió el galardón “Konex de Platino” como el mejor músico de tango de vanguardia.

A finales de los años ochenta graba en los Estados Unidos sus obras: Concierto para Bandoneón, Tres Tangos para Bandoneón y Orquesta en vivo desde el Central Park, junto a la Orquesta de St. Luke's. Además, en 1984 realiza el disco Live At The "Bouffes du Nord interpretado en francés con la voz de Milva; en 1986 recibe en París el César 86, en la categoría de BSO por el film "El exilio de Gardel" y en Julio interpreta junto a Gary Burton la Suite for vibraphone and New Tango Quintet en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza. En 1988 fue operado del corazón en un cuádruple bypass y a principios del siguiente año crea su último ensamble, el Sexteto Nuevo Tango con dos bandoneones, piano, guitarra eléctrica, contrabajo y violonchelo.

El penúltimo whiskey

Parece inagotable e inalcanzable lo que este gran argentino lograría en sus últimos años. En 1989 su sexteto se presenta en Argentina por última vez, para ser exacto en el Teatro Opera de Buenos Aires. En tierras holandesas, Piazzolla interpreta por primera ocasión "La yumba" y "Adiós Nonino", junto a la Orquesta de Osvaldo Pugliese y en abril 1990 graba en Nueva York con Kronos Quartet, su último álbum Five Tango Sensations.

Era un 4 de agosto de 1990 cuando cansado de vivencias, lleno de música y colocándose como una de las mejores figuras del tango contemporáneo, Piazzolla sufre de una trombosis cerebral en Francia. Después de este acontecimiento quedó casi paralítico y como dice esa balada sobre la defunción: “Moriré en Buenos Aires, será de madrugada…” y así fue. Los bandoneones perdieron al padre del nuevo tango y la música de cámara se vistió de negro cuando falleció el Maestro Astor Piazzolla en Buenos Aires, Argentina, el 4 de julio de 1992.

El legado de Piazzolla es muy basto, sus composiciones se replican en todo el mundo, nadie lo ha podido copiar, ni arreglar melódicamente, incluso todavía no existe quien lo supere, fue un genio de la música, revolucionario del tango, sencillamente… el sentimiento porteño de la música de cámara.

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