Bacalar pierde sus colores turquesa por estas razones
Se explicó que la actividad agrícola de los menonitas, desarrollo urbano y disparo turístico son algunos causantes de este daño.
La Laguna de Bacalar ha comenzado a perder sus característicos colores turquesa para presentar un color marrón. De acuerdo a especialistas y pobladores, esto se debe a las inundaciones recientes que la llenaron de sedimentos y desechos en algunas partes.
Miembros del colectivo Bacalar Pueblo Mágico comprobaron que en el Estero de Chac se puede observar esta agua que muchos consideran “sucia”, lo que a su vez ha desalentado la visita de turistas a esa zona.
“Aunque en realidad es un efecto natural: los escurrimientos de las lluvias arrastran todos los sedimentos desde la parte alta. No necesariamente significa que esté contaminada, pues primero se deben realizar los estudios correspondientes para confirmarlo”, relató el colectivo en un primer informe.
Citaron que desde el 2020 no se registraba una afectación de esta manera, y se espera que conformen pasen los días y si las lluvias ocasionales continúan, el “agua turbia” va a concentrarse en la costa oeste de la Laguna.
Sin embargo, el doctor Jorge Herrera, especialista en Ciencias Biológicas y del Mar, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), explicó que se debe considerar que la actividad agrícola intensiva de los grupos menonitas, el desarrollo urbano que se disparó junto con la actividad turística local y los trabajos del Tren Maya, están arrastrando contaminantes que no sólo afectan el color de la Laguna, sino también la fauna y flora.
“Y se viene lo peor, pues aún falta mucha agua por bajar desde Río Verde y Madrazo. Por lo que esperamos que la afectación alcance su máximo a mediados de agosto, extendiéndose por varios meses hasta que recupere sus colores más claros.
También urgió a las autoridades a aplicar medidas de contención viables, como la regulación de la agricultura expansiva y que usa fertilizantes no aprobados, así como medidas más estrictas para evitar la proliferación de tiraderos clandestinos, cuyos lixiviados también son arrastrados hasta el cuerpo de agua.