Todos somos #CambridgeAnalytica

El uso de la información en Facebook está mucho más allá del meme.

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Para entender el caso Cambridge  Analytica de una forma sencilla pero contundente sólo se tiene que responder a la siguiente pregunta: ¿cuántas aplicaciones tienen acceso a su información en Facebook, Twitter, Instagram o en su teléfono? Casi podríamos apostar a que no sabemos. 

El pequeño gran escándalo de la red social no carece de entresijos y detalles que escapan al entendimiento de la mayoría de los usuarios, sin embargo, esos no son el verdadero problema, sino algo más simple: el uso indiscriminado e ignorante de Facebook y otras muchas plataformas de comunicación digital.

En casi todas nuestras participaciones en esta columna hemos dicho que la popularización de las redes sociales ha traído muchos perjuicios (como beneficios), pues si algo se usa indiscriminadamente, fácilmente puede terminar en desastre. Y eso es lo que pasó con Facebook y Cambridge Analytica, alguien supo aprovechar un vacío “moral” y darle un uso particularmente peligroso, y exageradamente provechoso. 

Para empezar, debemos tener en mente que el escándalo con el uso de la información en Facebook está mucho más allá del meme que compartimos o el “me gusta” que le dimos a cualquier publicación. No. La cuestión está en la comunidad. Un simple “like” no crea tendencia, sino los miles de millones de “likes” que logra y su capacidad para generar una reacción hacia tal o cual situación, como comunidad, no como un usuario individual. 

Así que bien podemos quitarnos (un poquito) la paranoia común tipo “¡Guay! Facebook me está robando mis datos personales”, y reflexionar mejor en hacer un mejor uso de la red social, de forma tan simple como leer antes de hacer clic. Cierto, la red social permitió (con todas las de la ley) que una aplicación tomara datos sobre gustos, intereses, páginas y ubicación de millones de usuarios, pero, a fin de cuenta el que le abrió la puerta al vampiro somos nosotros por dejarnos llevar por las encuestas y juegos “de moda”.

¿Por qué es peligroso este caso? Porque revela lo fácilmente manipulable que somos, como sociedad digital. Cambridge Analytica uso la información de navegación para crear perfiles segmentados de la comunidad, pudiendo determina qué influye en nuestros gustos, cómo crear información que lleve a esa influencia, vamos, supo qué nos agrada, cómo nos agrada y de qué forma presentarlo. 

Con esas herramientas, un candidato, presidente, partido o líder puede mover a las masas hacia dónde desee, y de hecho, tanto en Estados Unidos como en Europa, este caso sacude las ya de por sí turbulentas aguas del social media, pues en los entresijos de este caso está la mano de Rusia y su manipulación de las cómodas sociedad occidentales.

Lo más importante, al menos para quien esto escribe, es que el caso #CambridgeAnlytica nos despierte las neuronas digitales no hacia los peligros de las redes sociales, sino hacia el uso racional de las mismas. Este escándalo es más, mucho más profundo que las #FakeNews, porque éstas son producto de aquella: sin la recopilación de información segmentada en redes sociales no es posible crear bulos y noticias falsas convincente, y por ende, manipular a la sociedad. Las revelaciones, perturbadoras por nuestra ingenuidad al caer en las trampas, deben servirnos de ejemplo de que no todo a lo que damos “me divierte” es bueno.

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