Chetumal.- “Aquí todos los días tenemos chamba. Si usted me deja sus zapatos hoy, se los tendría listos hasta dentro de tres días; estoy lleno de trabajo”, dice don Marco Ramírez Azueta, quien desde hace 25 años se dedica al negocio familiar de la reparación de calzado, en el Mercado Lázaro Cárdenas.

Mientras realiza movimientos ágiles para costurar la suela de una bota, explica que hace 10 años el negocio enfrentó una dura crisis, que incluso obligó a varios de sus compañeros a cerrar sus puertas de manera definitiva.

“Pero no nos rajamos. Me tocó incluso recorrer con mi chamaco las colonias antorchistas, Caribe, y todo el norte de la ciudad, ofreciendo el servicio de reparación de calzado a un bajo precio. Afortunadamente los tiempos mejoraron, y ahora hasta nos hacen pedidos por whatsapp: nos mandan un mensaje preguntándonos por el precio de un trabajo, y si aceptan, vamos a recoger el calzado. En dos o tres días se los regresamos casi como nuevo”, comenta.

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Excelente atención y buen precio, la base de su éxito

Menciona que una de las razones de su éxito, es su atención, pero sobre todo sus precios. Gracias a que el calzado tiene el mayor o casi todo el desgaste en la suela y en la parte de las agujetas. Comenta que cambiar estas dos partes, cobra entre 100 a 150 pesos, por lo que prácticamente puede “revivir” el zapato entre dos a tres veces, dependiendo del uso que le dé el dueño”.

Reparar beneficia a tu cartera

Marco Ramírez Azueta, explica que si un compras “un zapato por 500 pesos o más” y los usas diariamente en el trabajo, durará un promedio de ochos meses. Incluso puedes comprar otro par, pero en dos años gastarás casi 1500 pesos unicamente en calzado, cuando repararlo te costará 300 a 400 pesos. Afirma que es un ahorro si lo multiplicas por dos o tres integrantes de la familia y es de mucha ayuda en estos tiempos de crisis.

El negocio prospera

Actualmente  tiene poca competencia, debido a que muy pocos jóvenes se interesan por este oficio. También menciona que gracias a que le enseñó a su hijo, va prosperando en su propio negocio de reparación de calzado y espera que se convierta en una bonita tradición familiar.

Don Marco, afirma que:

“Somos la prueba de que chamba hay, solo que tenemos que adaptarnos y aguantar los tiempos de crisis”.