Cambio a la estrategia contra la inseguridad y la violencia: cruzada católica por la paz
La Iglesia Católica no quita el dedo del renglón. El Clero se siente directamente agraviado luego del cruel asesinato...
La Iglesia Católica no quita el dedo del renglón. El Clero se siente directamente agraviado luego del cruel asesinato de dos sacerdotes en la zona tarahumara en Chihuahua y por ello convocó este domingo 10 de junio a una “Cruzada por la Paz en todas las catedrales, iglesias y templos del país.
Y en todos los casos, sin excepción, los miembros de la Iglesia Católica coincidieron en convocar a sus fieles para orar por los sacerdotes acribillados y también, sin excepción, pidieron modificar la estrategia contra la inseguridad.
En el caso de Quintana Roo, el obispo de la Diócesis Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo, en su homilía dominical reiteró el llamado del clero a los gobiernos federal, estatal y municipal a cambiar las formas de combate a la delincuencia, pues la actual, dijo, “está fracasando”.
Esta cruzada desde luego que fue en respuesta al artero crimen, pero también a la forma en que el presidente Andrés Manuel López Obrador respondió a los señalamientos de la curia católica al pedir un cambio a la estrategia contra el crimen, calificándola de “hipócrita” y rematar con su sempiterno: ¿Dónde estaban cuando las masacres del gobierno de Felipe Calderón? Como si esto remediara el problema que mantiene sumido al país entero.
Aun así, Pedro Pablo Elizondo reiteró el llamado de la Iglesia a los gobiernos a modificar la estrategia contra la inseguridad en México, pero a la vez hizo una autocrítica: “la Iglesia ha fallado en su misión evangelizadora, “es necesario redoblar esfuerzos. Hay mucho por hacer en la reconstrucción del tejido social desde la labor pastoral”, dijo.
Reafirmamos, agregó, nuestro compromiso desde nuestro primer eje transversal: nuestro proyecto pastoral para la construcción de la paz. Por tanto, agregó, hacemos un llamado al pueblo de Dios, especialmente a los sacerdotes, religiosos, catequistas, evangelizadores, a sumarse a los trabajos por concretar un proyecto de paz.
En la Catedral de Cancún, el jerarca católico señaló: “Reconocemos que hemos fallado, que no hemos hecho lo suficiente, pero nos comprometemos a que todos asumamos el compromiso de construir la paz. No podemos darle la vuelta, no podemos sacarle la vuelta. A nosotros nos toca acercarnos, sensibilizarnos, ser más empáticos y hacer lo que hizo el buen samaritano: Curar las heridas.
Esa es la misión de la Iglesia, ser una Iglesia samaritana”, apuntó.
El obispo quintanarroense señaló que la apuesta de la Iglesia es por el diálogo para construir un camino de justicia, de reconciliación, que nos lleve a la paz, la justicia, la aplicación de la ley, el estado de derecho, ahí, subrayó, están las armas principales de las autoridades, y nosotros tenemos el arma de la oración.
Expresó que la Iglesia quiere abrir horizontes de diálogo para construir la paz, ante un problema complejo que necesita de todos y de todas para atenderlo desde la raíz y así dejar que Cristo resucitado haga surgir una nueva vida, una nueva paz.
México, añadió, ha llegado a niveles de crueldad inhumana en ejecuciones, masacres, “no sólo en el que viene y hace la extorsión, roba y cobra piso, sino que hay actos que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo”.
Lamentó que la delincuencia se ha adueñado de las calles, de las colonias, de los pueblos.
Por lo ocurrido en la sierra tarahumara, expresó, los obispos pedimos “ya basta, hay que pararle, hay que hacer algo. El mismo Papa ha dicho preocupado: Cuántos asesinatos en México. La iglesia dice: Debemos reconocer que no hemos hecho lo suficiente en la evangelización de los pueblos. Es necesario redoblar esfuerzos, hay mucho por hacer en la reconstrucción del tejido social desde la labor pastoral.
Consideró que es tiempo de revisar la estrategia de seguridad, que está fracasando, es tiempo de escuchar a la ciudadanía, a las voces de millones de personas, de familiares de víctimas de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen.
“Es tiempo de escuchar a los académicos, a los investigadores, a los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas. Creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora” manifestó.
Escuchar, añadió, no es debilidad, al contrario, nos fortalece como nación. Todos los mexicanos necesitamos vivir en paz y en concordia, y todos estamos llamados a ser constructores de paz y samaritanos con tanta gente que está sufriendo, porque: “desapareció mi hijo, mataron a mi esposo”, y por tantas, tantas muertes violentas y tanta barbarie.
Todos estamos llamados para, con mucho respeto, tratar de buscar caminos, con el aporte de todos y el trabajo de todos, “no solo platicar, discernir, elucubrar, sino ver qué vamos a hacer”, exhortó.
Recordó que los sacerdotes jesuitas que murieron en la sierra Tarahumara eran hombres eminentes, gente de Dios, gente que tenía sus posgrados o licenciaturas, que lucharon por el bienestar de la gente y pusieron lo que otros deberían poner y no ponen.
Dieron su vida por la gente más pobre, más marginada. Qué injusticia la muerte de estos inocentes que dieron su vida por el pueblo de veras, no con palabras y palabras, que eso no sirve, eso no es evangelizar, concluyó.
Homilías similares se escucharon en los 32 estados del país. Nunca se podrá negar la elevada influencia de la Iglesia sobre la conciencia y las creencias de los mexicanos.