Redacción/SIPSE
CANCÚN, Quintana Roo.- Hace 13 años, Cancún vivió uno de los momentos más duros de su joven historia, cuando el huracán ‘Wilma’ azotó y devastó la ciudad como no se había visto desde el paso de ‘Gilberto’, en 1988.

El 21 de octubre de 2005, los quintanarroenses se prepararon para el impacto del huracán, sin embargo, muy pocos esperaban que el fenómeno durara tanto tiempo sobre el estado, que la devastación fuera tan grande, y mucho menos, que tras el paso del meteoro la sociedad cometiera actos de pillaje y saqueo, nunca antes vistos en la entidad.

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Historias hay muchas, tantas como ciudadanos que recuerdan el paso de ‘Wilma’. Para muchos fue aterrador el aspecto de la zona hotelera en ruinas o las calles totalmente inundadas. En el lado humano, tras el paso del ciclón algunas personas se aventuraron a buscar víveres o insumos sin importarles el riesgo de cables o escombros escondidos en las anegaciones.

Para otros, dentro de la tragedia también hubo momentos de solidaridad, pues alojaron en sus casas a vecinos con viviendas endebles, compartieron víveres, agua y ropa con aquellos que perdieron todo.

María Fuente Jabardo, quien después del huracán se quedó sin hogar, tuvo que rentar vivienda durante cuatro años hasta que Infonavit le otorgará un nuevo departamento.

Turistas y ciudadanos padecieron las consecuencias por igual. (Redacción/SIPSE)

Un ‘monstruo’ en el Caribe

El fenómeno meteorológico se originó la segunda semana de octubre de 2005 en el Atlántico Oeste y el Este del Caribe como una tormenta eléctrica, 24 horas después se convirtió en tormenta tropical, posteriormente en huracán con vientos que llegaban a 280 kilómetros por hora.

El 21 de octubre llegó a las costas de Quintana Roo y en su paso destructivo, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), se documentaron daños en el estado equivalentes a mil 752 millones de dólares.

“Fue muy difícil encontrar trabajo de nuevo después del huracán; el hotel me tuvo que dar de baja ya que sufrió intensos daños; trabajé limpiando casas, pintando calles, lave autos, hasta que conseguí trabajo de nuevo”, expresó Cruz Sandoval.

Por su parte, los turistas que se quedaron en la ciudad, vivieron momentos de angustia durante el paso del huracán, aunque para algunos fue una “experiencia de película”, según comentaron algunos representantes de ventas de las agencias de viajes, que durante los días posteriores al impacto se dedicaron a asegurarse de que pudieran regresar a casa sanos y salvos.