Carlos Joaquín ante el panismo triunfalista

Carlos Joaquín González es el primer gobernador que se planta en su primer informe con un antecesor...

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Carlos Joaquín González es el primer gobernador que se planta en su primer informe con un antecesor demolido física y moralmente, después de derrotar al PRI invicto que enfermó de soberbia y se instaló en infinitos mares de corrupción, con consumados maestros del saqueo industrial.

Su primer informe fue un diagnóstico realista y una exposición detallada de todos los excesos de la etapa reciente que dañaron severamente al ferrocarril gubernamental con una lluvia ácida que denigró a la política, al convertirla en una corporación de forajidos.

Con el priista Roberto Borge Angulo en una cárcel panameña y el borgismo sometido a juicio, Carlos Joaquín no pudo tener mejor escenario para llegar a su primer informe, convocando a los panistas inscritos en la batalla cumbre por la candidatura presidencial: Margarita Zavala con el ex presidente Felipe Calderón –su inseparable esposo y asesor–, el dirigente nacional del partido, Ricardo Anaya Cortés, y el repentino escritor y ex gobernador de los dominios del mole, Rafael Moreno Valle.

Pero estos panistas encumbrados se equivocan si creen que su partido es dominante en nuestro suelo, ya que el triunfo de Carlos Joaquín les entregó posiciones que han desperdiciado, defraudando tiro por viaje. El PAN quizá conserve su nivel histórico del 18 por ciento que los mantuvo en tercera posición en la batalla por la gubernatura, antes de la incorporación del ex priista Carlos Joaquín.

Porque una cosa es Carlos Joaquín con su liderazgo y enorme respaldo popular, y otra la anemia de panistas y perredistas ebrios de poder y presupuesto, tan engañados por sus espejitos que les pueden provocar un agrio despertar cuando quieran saltar a la cancha electoral en 2018.

Pero con sus cuentas alegres –o más bien cuentos– panistas y perredistas ya se reparten el botín electoral, creyendo que es pan comido la conquista de senadurías, diputaciones federales y 11 alcaldías. Dos para llevar con todo, ordenan como si estuviesen en una taquería del bulevar chetumaleño.

En el recinto legislativo predominó la escuela priista, con hombres y mujeres que han permanecido en su partido o que han emigrado. Replegados o como protagonistas contemplaron el triunfo majestuoso de una figura que dejaron ir, y que se resiste a ser panista y mucho menos perredista.

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