Chetumal: Pandemia paralizó las actividades artísticas en Quintana Roo

Los artistas tuvieron que cambiar su giro de forma drástica para obtener recursos.

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Los artistas perdieron sus espacios de trabajo por la pandemia. (Daniel Tejadas/SIPSE)
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Músicos, escritores, bailarines, acróbatas, payasos, actores, poetas y agentes culturales fueron los primeros en perder, desde el año pasado, cada uno de sus espacios de trabajo a causa del SARS-CoV-2 que trajo consigo un desplome en los ingresos generalizados.

A un año de la tragedia, que los ha obligado incluso a cambiar su giro de forma drástica, el apoyo del gobierno se ha centrado prácticamente en solo una despensa y de opciones virtuales, para quienes de por sí ya forman parte de la nómina de los institutos y organismos de cultura.

Sin embargo, para miles del sector privado el panorama actual no dista mucho del principio de la emergencia, pese a que han transcurrido 12 meses desde aquel abril de 2020, cuando por decreto se suspendieron todas las actividades no esenciales.

En febrero de 2020, cuando apenas llegaban las noticias sobre el virus, Violeta Parrandera y Wendy Mojica llevaban una vida enfocada en sus proyectos artísticos culturales en Playa del Carmen, uno de los puntos que, de manera paulatina, se ha convertido en un referente para las expresiones artísticas y culturales.

La primera continuaba sus presentaciones en diversos restaurantes de la zona turística de Playa del Carmen, mientras que la segunda, historiadora de profesión, comenzaba una empresa dedicada a realizar tours que mostraban la historia de la ciudad y sus sitios de interés, una actividad alejada del tradicional recorrido de sol, mar y arena.

Pero al mes siguiente, las cosas inmediatamente cambiaron, cuando la autoridad decretó el cierre de los negocios y la actividad turística se detuvo por completo. Fue entonces que ambas dejaron atrás la cultura y las artes y comenzaron una verdadera lucha no sólo por no contagiarse del Covid-19, sino ante la falta de empleo, por encontrar al menos una actividad que les permitiera conseguir techo y alimento.

Es miércoles por la noche, en un restaurante de la zona turística de Playa del Carmen, Violeta Parrandera detiene un momento su actuación para recordar la adversidad a la que tuvo que enfrentarse en el último año y como paulatinamente vuelve a la ejecución de su canto folklórico ante la lenta apertura de los foros de los restaurantes.

“Conmigo fue un paro total, al 100%, fue buscar de otra manera el ingreso económico porque yo vivo de la música, fuimos los primeros en parar y también somos los últimos en poder regresar (…) tuve que realizar artesanías que vendía online para poder tener un ingreso”, recuerda la artista localmente conocida como “La Parrandera”, en alusión y homenaje a Violeta Parra.

Reconoce que hubo apoyo con despensas y un efímero sustento económico, pero no fue suficiente pues en Playa del Carmen el gremio está integrado por al menos cuatro mil profesionales, entre músicos, escritores, bailares, acróbatas, payasos, actores, poetas y agentes culturales.

Aunque algunos integrantes del gremio se han vuelto a incorporar a su actividad, no lo hacen en las mismas condiciones, además de que son los menos, mientras que la gran mayor no ha podido regresar.

Una de ellas es Wendy Mojica, quien llegó a Playa del Carmen hace más de cuatro años para hablar del tema especializado de Frida Kahlo, en el museo dedicado a la pintora en la ciudad, recinto que hasta la fecha no ha vuelto a abrir.

En su búsqueda de proyectos propios inició una empresa de tours culturales sobre el origen de Playa del Carmen hace casi dos años, iniciativa que hasta la fecha no ha vuelto a levantar, debido a que el turismo que busca ese segmento aún no llega plenamente al destino.

Actualmente atiende un café, alejada de su profesión como historiadora y agente cultural.

A pesar de la circunstancia, no quiere abandonar Playa del Carmen ni mucho menos regresar a la Ciudad de México, su lugar de origen, por el contrario, tiene la certeza de que la localidad volverá a brillar para los dedicados al arte y la cultura.

El mundo cultural en Playa del Carmen sólo sobrevive, tengo muchos amigos artistas, que me dicen, a veces sale chamba, a veces no tanto (…) muchos amigos me dicen regrésate a Ciudad de México, aquí hay trabajo para lo que estudiaste …. Resistir, no nos queda de otra, seguir en la lucha”, platica Wendy.

Covid, el pretexto para archivar la cultura

A tres centenas de kilómetros de la zona norte, en Chetumal, la capital de Quintana Roo, la situación es prácticamente la misma, a pesar de que ambas zonas tienen dinámicas totalmente distintas.

En este punto, el trabajo de los artistas independientes y gestores culturales siempre ha sido difícil, lo cual se complica aún más ante la falta de apoyos. Como en todo el estado, la pandemia fue el pretexto perfecto para que las instancias encargadas, ya sea local o federal, archivaran el tema cultural.

En todo lo que va de la emergencia, si acaso se ha emitido una convocatoria a nivel federal, pero acceder a ella es “toda una odisea” por el sinfín de requisitos que la Federación exige. Lo peor es que ni siquiera para sortear las trabas han apoyado los organismos como el Instituto de la Cultura y las Artes (ICA) de Quintana Roo.

Entre tanta adversidad y el nulo apoyo, los artistas chetumaleños independientes han evolucionado y explotan su lado creativo, con la generación de nuevos productos que les permita salir adelante, como presentaciones online y audiovisuales, entre otros, aunque es más por amor al arte.

Iván Carrillo Ríos, presidente del Colectivo “Ich Balam”, expresa que a nivel estatal no se ha sabido capitalizar todo lo referente a la identidad, para explotar el turismo cultural y dejar de depender del turismo de sol y playa.

“No ha evolucionado a la par, se ha estancado y prácticamente no ha habido absolutamente nada, ni una sola actividad, e incluso, antes de la pandemia se empezó a cobrar a los artistas locales por los espacios en los que efectuamos eventos”, reprocha.

Para Jacquelinne Valle, actriz, conductora y directora del Centro Cultural El Juglar, todos los artistas han sido extremadamente muy golpeados, sobre todo aquellos que dependen de un público.

“Ha sido difícil porque no hemos tenido ingresos desde hace más de un año, y en mi caso, el personaje de la payasita Alhely, también quedó fuera, por consiguiente, no hubo el ingreso económico para vivir”.

En su caso, ha optado por invertir en un taller para artículos sublimados y regalos personalizados, y cachar las pocas convocatorias de apoyo a espacios culturales, aunque termina por desistir ante tantas trabas.

“Realmente no ha habido un apoyo suficiente y los pocos son muy difíciles para poder tener acceso a ellos”.

A un año de pandemia y falta de apoyos, a los verdaderos artistas sólo les falta “pasar el sombrerito” para poder sobrevivir. (Con información de Ángel Castilla / Octavio Martínez)

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