“Janet”, la cultura de saber vivir con el huracán

El 27 de septiembre de 1955 entre los entresijos del verano austral el mes patrio muere en ahora el tiempo de los informes que se realizan entre una brisa caribeña salitrada...

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El 27 de septiembre de 1955 entre los entresijos del verano austral el mes patrio muere en ahora el tiempo de los informes que se realizan entre una brisa caribeña salitrada que cubre las costas y los arrecifes anunciando que es el medio del paso de la temporada de huracanes.

El azul de las aguas turquesas de la bahía de Chetumal reflejándose sobre tranquilidad de las aguas del Mar Caribe hasta las ínsulas, Holbox, Mujeres y Cozumel, con la misma luz de la alborada de la tierra quintanarroense, el huracán “Janet” se atrevió a despejar el horizonte ensombreciendo las níveas arenas de las paradisíacas playas a lo largo de la costa del Caribe mexicano.

“Un juglar bohemio y soñador” –abrazado a Chetumal, evoca la poética inspiración la composición de la oda de Ricardo Ceratto, “Suéñame Quintana Roo”, a más de medio siglo que el huracán “Janet” recorrió frente a los acantilados sureños con la furia del mar Caribe alentado por el océano Atlántico, en toda la gama de la lírica quintanarroense con furia huracanada, “Janet”, a su paso de infortunio fue mayor porque todos en algún momento envueltos en húmedo sudor han llevado la remembranza del súper huracán y su paso épico que destruyó la ciudad de Chetumal, capital política del Estado de Quintana Roo, por lo que desde allí nació la cultura de “saber vivir con el huracán” en este páramo tropical.

Con el gentilicio de sentimiento enaltecedor cuando el huracán destructor por la misma fiereza de la naturaleza arremetió contra la alborada de Chetumal que estaba levantada a flor de tierra donde había emplazado palmeras tropicales, endebles viviendas de madera, niños, mujeres y hombres, derrumbados por la fuerza de los vientos huracanados que desorientaron la navegación, marchitaron las plantas tropicales los descomunales oleajes acompañados con maderos arrancados por el ente del mar-océano con aguas y vientos de destructoras corrientes, dejando el aduar sureño tropical en completa desolación.

La crónica de la muerte y resurgimiento hay razón para recordarlas, porque afectó a la princesa más bella de Quintana Roo, oda de la inspiración poética: “Leyenda Chetumal”, creada por el compositor chetumaleño, Carlos Gómez Barrera, que en permanente trova gesta el paso del “Hada Janet”.

“Janet” y su irrupción con olas y vientos furiosos partió un día hace más de seis décadas. Esa mañana, el viento se había escondido entre los abruptos espigones del muelle fiscal, mientras quedaron los caminos irreconocibles e intransitables, los habitantes pisaban el destino de la fatalidad.

En septiembre en Quintana Roo, sí sobre su cielo cruzan aves estremecidas con trinos dolientes, son de alerta. “Es que por ahí viene un huracán, aunque no se llame Janet”.

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