Combatir las causas de la violencia contra periodistas
Al término de la conferencia de prensa “La Mañanera”, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador...
Al término de la conferencia de prensa “La Mañanera”, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se despidió de los reporteros presentes y justo al salir del escenario montado todos los días, de pronto escuchó un llamado de auxilio: “Estoy amenazado de muerte”.
Al oír esta exclamación, el mandatario no dudó en regresar y retomar el micrófono para atender tan apremiante llamado.
Se trata de un periodista que ha ejercido su profesión en diarios tan importantes como Excélsior y Reforma, así como en la revisa Proceso. Su nombre Rodolfo Montes, conocido en el argot periodístico con el mote de “El Negro”.
Ya frente al presidente, el periodista informó que teme por su vida y que ha estado durante mucho tiempo “a salto de mata”, de un lado a otro del territorio nacional, para evitar ser ubicado por los maleantes –al parecer miembros de la delincuencia organizada-.
A nadie extraña ya la respuesta del reportero amenazado, ya que al ser cuestionado por el presidente: “¿Dónde fue esto?”. El periodista respondió: “En Quintana Roo”, tras señalar que de esta entidad ha saltado a otros estados del país.
E incluso Rodolfo Montes dio a conocer en el acto que el mecanismo de protección a periodistas, al cual se encuentra adherido, le ha ido quitando guardias, por lo cual reconoció estar francamente atemorizado.
El mandatario de inmediato instruyó a la Secretaría de Seguridad Pública atender esta situación y brindar la protección que requiera este comunicador.
Cierto es que la violencia contra periodistas se ha incrementado en los últimos años, pero así como el presidente tiene la intención de combatir la inseguridad desde la raíz, desde sus causas, se puede advertir que las mismas causas que han provocado la agresión contra los comunicadores obedece a la misma descalificación que ha hecho López Obrador en contra de aquellos comunicadores que critican a su gobierno.
Entonces el gobierno no la crea, pero sí la induce.
Así, López Obrador se ha mostrado como un presidente sumamente sensible a la crítica de la prensa, como si todo el país tuviera la obligación de estar de acuerdo o conforme con todo lo que hace, con todo lo que dice. Y sin más ha lanzado acusaciones contra comunicadores calificándolos de: Chayoteros, vendidos, obedientes a la mafia del poder, y demás adjetivos que han desprestigiado al periodismo, hasta llevarlo a ser uno de los sectores más cuestionados y hasta denostados por gran parte de la sociedad, en especial, por sus seguidores.
Esta violencia –porque es violencia- por parte del mismo presidente de México contra el gremio periodístico se ha convertido en una onda que estalla en Palacio Nacional y que se ha expandido por todo el país, sin reparar ni un ápice que la libertad de prensa es fundamental para la democracia.
De esta manera, en 2021 fueron asesinados siete periodistas y tan sólo en enero de este año, fueron ultimados tres.
Y lo mismo ocurre con gente tan insulsa, incapacitada, personas tan poquitas como el presidente del PRI, Alejandro Moreno “Alito”, quien desde su pobre y reducida trinchera ha emitido ataques a periodistas que ojalá la prensa pudiera tomarlo de quien viene, pero que lamentablemente también repercuten en la conciencia, en la memoria y en la opinión de la gente en general.
López Obrador debe entender la función y la importancia de la prensa en todo país. Debe ponerse a trabajar y mostrar sus resultados, y permitir que los periodistas hagan su función, la cual dista mucho de servirle, de tener una actitud sumisa ante él, como según él que se tuvo con expresidentes y que, me permito subrayar: ¡ES FALSO!
Atacar a la prensa y llevarla a los niveles de incredulidad y de denostación en las que se encuentra ahora, no sólo genera violencia contra los comunicadores, sino que representa un gravísimo retroceso para México como país.
“Uno de los máximos problemas que enfrenta la nación es que la gente ya no cree en nada ni en nadie”, decía, y decía bien, el ex presidente Enrique Peña Nieto.
Es momento de que el gobierno busque una especie de tregua con la prensa, que la deje hacer su función y que se ponga a hacer lo que le corresponde, porque de lo contario, los periodistas seguiremos poniendo los muertos y el gobierno seguirá cayendo en certidumbre, en credulidad, y terminará siendo autoritario.
Como quizá ya lo es.