Javier Ortiz / SIPSE
BACALAR, Q. Roo.- El complejo turístico “Club las Velas” que estuvo abandonado por más de 19 años, comienza a cobrar vida por los trabajos de restauración que presenta. La millonaria obra fue abandonada en la década de los 90 en plena construcción.

Por la parte de la entrada, ubicada sobre la carretera federal, parece no tener cambio, salvo el movimiento de varios cuidadores que se observan durante todo el día y algunos vehículos de carga que entran y salen.

Pero por la parte posterior, que da vista hacia el mar, el cambio es notorio, por los trabajos de limpieza y restauración que se observa, e incluso, ya se puede notar la presencia de algunos turistas a bordo de embarcaciones que disfrutan esa parte de la laguna.

En marzo del 2015, después de una disputa legal, el complejo hotelero fue entregado por la entonces Procuraduría de Justicia del Estado, a la empresa Desarrollos Manzo, S.A. de C.V. que encabeza Mateo Reyes Alpuche.

A finales de septiembre del año pasado, trabajadores de dicha empresa intentó tomar posesión del predio, del cual, cuenta con escrituras del año 2011, pero ejidatarios de Bacalar lo impidieron y levantaron una denuncia por despojo y daños en propiedad ajena cuya resolución obra en el expediente C1/ BAC/02/09/0014.

Incluso, implementaron guardias permanentes las 24 horas del día, para evitar que los trabajadores intenten ingresar nuevamente. Ante esa situación, la entonces Procuraduría optó por asegurar el predio que posteriormente entregó a la empresa.

Esta acción fue considerada de ilegal por parte de los ejidatarios de Bacalar, ya que fueron despojados de ese complejo mediante argucias e interpusieron una demanda para la recuperación del mismo.

En ese entonces, representantes de la empresa Desarrollos Manzo, S.A. de C.V, declararon que invertirían cerca de 15 millones de dólares en un lapso aproximado de dos años que les llevará “levantar” el complejo, para comenzar a operarlo, el cual generaría cientos de fuentes empleo y atraería turismo de otras latitudes.

La construcción inició a mediados de la gestión del entonces gobernador del estado, Mario Villanueva Madrid, para lo cual entregó placas de taxi y dinero en efectivo a los ejidatarios de aquel entonces, por la concesión de las tierras, pero la negociación quedó a medias.