Tras años de violencia física, psicológica y económica, Muraina se armó de valor, y por su seguridad y la de sus hijos decidió escapar de su pareja que le impedía hasta salir sola a la calle.

La mujer, de 37 años de edad, originaria de Chiapas, desconoce que hay instancias de seguridad y gobierno que pueden ayudarle a mejorar su situación, lo que era aprovechado por su pareja, que la amenazaba con quitarle a sus hijos, si se le ocurría abandonarlo.

El pasado sábado fue la última golpiza que soportó por parte de José Enrique N, quien se oculta en casa de una amiga que le brindó protección al conocer su situación.

En Cozumel no existe un refugio para mujeres maltratadas que intentan escapar de sus parejas, quienes la someten a años de vejaciones, malos tratos y carencias.

Por años, Muraina vivió en silencio la vida de esclavitud y malos tratos de José Enrique, quien de la violencia verbal pasó a la física; la víctima siempre fue denigrada por su condición de mujer y dependencia económica del padre de sus dos hijos, quien hizo correr la versión de que es alcohólica y sufre de esquizofrenia, con el fin de quitarle a sus dos pequeños hijos.

Hoy se oculta y pide a las autoridades que la apoyen para poder separarse de la persona que maltrata a sus hijos y a ella.

“Ya no puedo estar con él. Soporté muchas cosas por el miedo a que me quiten a mis hijos, y por eso pido ayuda para poder seguir con mi vida y sacar adelante a mis niños”,

dijo, mientras uno de ellos la rodea con sus brazos, como entendiendo que su madre tiene miedo y busca protegerla.

Cuando se le interroga si ha sido golpeada frente a sus hijos, la mujer hace una pausa para tomar aire y contestar de manera afirmativa con un movimiento de cabeza.

Su cuerpo todavía presenta huellas de los golpes que sufrió el pasado 16 de julio, cuando José Enrique llegó antes de lo previsto del trabajo y no la encontró en su vivienda de la colonia Emiliano Zapata.

Ella estaba en casa de unos vecinos conversando, y hasta ahí fue por ella, sacándola de los cabellos. Una vez en su vivienda, se desató el infierno, pues según su testimonio, estuvo a punto de desmayarse.