Cultura en entredicho: la oportunidad

El hermano mayor del actual gobernador, Pedro Joaquín Coldwell, fue un mandatario de gran impulso para la cultura de Quintana Roo.

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El hermano mayor del actual gobernador Carlos Joaquín González, Pedro Joaquín Coldwell, fue un mandatario de gran impulso para la cultura de Quintana Roo. Hemos enumerado en días anteriores los pormenores de su legado. El cozumeleño fue uno de los mejores mandatarios del estado en todos los sentidos, sí, pero en términos de cultura fue Miguel Borge Martín el que más hizo por la entidad.

Miguel Borge fue un estadista. Vio a Quintana Roo no solo como un ente a administrar –o sangrar–, sino como una oportunidad de que México reivindicara su cultura de frontera múltiple, territorial, marítima y hasta aeroportuaria.

Mario Villanueva Madrid, por momentos innombrable y por otros ratos inefable, gran amante de su patria chica, con su autoritarismo puso coto al desarrollo de la cultura –ahora sí: nos referimos a las artes menores y mayores–, pero al mismo tiempo hizo renacer en los quintanarroenses ese espíritu que nos es tan caro: somos nosotros, somos mayas, libaneses y turcos, yucatecos y chilangos. Somos todo y nada. Quintana Roo es símbolo del mundo. Hasta la cárcel debe llegarle el reconocimiento a ese mérito. El hoy preso ya no sabemos muy bien ni por qué creó el corredor Cancún-Tulum que ahora se le da por llamar Riviera Maya.

Esa es la historia de nuestro éxito económico, de la pujanza que experimentamos, pero en cultura un sexenio antes un verdadero genio gubernamental –un hombre que a la fecha tiene que trabajar para vivir, porque no robó, en un hermoso proyecto que sostiene con su esposa Rosalía– fue Miguel Borge Martín.

Estaría siendo injusto este reportero si sólo tocara los temas del interés –la cultura y las artes–, pero hemos tenido grandes gobernantes, Ya sabemos que la gente incluirá sólo a los más populares en la lista: el fundador, anciano pero más lúcido que este que escribe y usted que me lee juntos Jesús Martínez Ross, el notable Pedro Joaquín –caballero que no le niega una entrevista a nadie– y el legendario Mario Villanueva.

En un confuso decreto, que pretendía dar mayor participación a la ciudadanía y a diversas dependencias gubernamentales en la formulación de planes y proyectos culturales, en diciembre de 1993 desaparece el IQC y se crea el Instituto para la Cultura y las Artes de Quintana Roo (Icaqroo).
¿Y nuestros tiempos?

El siglo empieza con Joaquín Hendricks Díaz. Hombre muy culto, también de gran amabilidad con los medios y la gente, y que por lo menos hizo lo posible por recuperar los rumbos culturales de Quintana Roo. Se pasó de “europeo”, cierto, pero el militar de carrera por lo menos lo intentó.

Esa obra del magnífico artista Rómulo Rozo, que fuera la escuela Belisario Domínguez, alberga ahora al ente rector de la cultura del estado. Hay más que contar.

Tal vez por los frecuentes cambios en la titularidad de la institución, durante este periodo únicamente destaca la continuación del Festival de Cultura del Caribe, pero ya sin la importante participación operativa del Conaculta, y la creación en Chetumal del Centro Cultural de las Bellas Artes en el magnífico edificio que ocupaba la antigua escuela primaria Belisario Domínguez.

En este gobierno se pierde la oportunidad de que la institución cultural encabece el Centenario de la fundación de Payo Obispo, ya que para ello se crea un Comité del Centenario que tiene un desempeño disparejo. También en esta administración desaparece el Fondo de Publicaciones y Ediciones.

Joaquín Hendricks Díaz (1999-2005). Iniciando este gobierno desaparece el Icaqroo y nuevamente se decreta la creación del Instituto Quintanarroense de la Cultura. Sus nuevas responsabilidades son: investigar manifestaciones de la cultura, estimular las tradiciones regionales y promover la participación ciudadana en el acceso a las artes.

Durante este periodo gubernamental se retoma, sólo en el primer año, el Festival de Cultura del Caribe con un formato similar al Festival Internacional Cervantino, trayendo artistas y espectáculos de Europa e incluso de Australia.

Queda testimonio en Chetumal e Isla Mujeres de la Bienal de Escultura que logró convocar a importantes artistas nacionales. Resultado de aquella acción organizada por el IQC se crearon los corredores escultóricos de Punta Sur, en Isla Mujeres y el del Boulevard Bahía en Chetumal.

Dentro de la infraestructura cultural, se inauguró el Museo de la Ciudad, ubicado en un espacio del Centro Cultural de las Bellas Artes y se trabajó un proyecto de restauración de la arquitectura caribeña de la capital.

Considerado como un fracaso cultural y criticado socialmente, fue la intervención escultórica del artista Sebastián en la Bahía de Chetumal con su obra al Mestizaje, un monumento que consumió un gran presupuesto y que se transformó en un error político y cultural.

Con el gobierno de Félix González Canto la política cultural se transforma en una política de la cultura. Se diseña una nueva institución con principios más políticos que culturales. De loe peores momentos históricos para la cultura de Quintana Roo.

El IQC inició en esta administración con altas y bajas. Sin mayor presupuesto mantuvo funcionando sus áreas operativas gracias a los diversos programas y fondos federales que manejaba el Conaculta en convenios con los Estados.

Sin embargo, en el 2007, el Congreso del Estado aprueba la creación de la Secretaría de Cultura, desapareciendo ipso facto el IQC. En ese momento, uno de los argumentos para justificar la iniciativa era el pretender “mejorar el desarrollo de programas anuales de inversión y promoción cultural y artística, a fin de asegurar un mejor y más eficiente servicio público en materia de desarrollo cultural”.

También en el 2007 se aprobó la Ley de Cultura y las Artes de Quintana Roo que ya contemplaba la creación de la Secretaría, un Fondo Estatal para la Cultura y un Consejo Estatal; estas dos últimas instancias nunca funcionaron. En el Decreto de creación era notoria una mayor descripción de las “Atribuciones de las Autoridades”, que una mejor y clara descripción de las “Actividades culturales” a realizar. A pesar de lo extenso de la Ley, no se formuló explícitamente la política cultural que regiría a la institución cultural. En la práctica, el ejercicio no funcionó adecuadamente.

Durante el gobierno de González Canto, la Secretaría de Cultura recuperó importantes espacios como el Poliforum Cultural Rafael E. Melgar, el Teatro Minerva o el Corredor del Arte en el Centro Cultural de las Bellas Artes en Chetumal. Se reactivó el proyecto de la Orquesta Sinfónica de Quintana Roo. Se creó la Compañía Estatal de Ballet y se realizaron eventos culturales del Bicentenario de Independencia y Centenario de la Revolución mexicana con recursos del Conaculta.

Roberto Borge Angulo (2011-2016). La institución y la vida cultural de Quintana Roo tiene un mal momento en su historia durante este gobierno.
Los méritos destacados son la reactivación del Festival de Cultura del Caribe, el cual perdió sus objetivos originales para transformarse en una acción voluntariosa reflejada en una serie de espectáculos de artistas comerciales y entregada a compañías privadas para su contratación.
Bajo iniciativa estatal y con recursos del Conaculta, se inaugura y se mantiene, por cinco años, el llamado Riviera Maya Film Festival. Un foro importante para los creadores de este rubro a nivel nacional.

Con recursos federales, la Subsecretaría de Culturas Populares lleva a cabo el proyecto Cultura de las Comunidades Mayas, iniciativa de autogestión cultural realizada en 90 comunidades del Estado. De 2011 a 2013, esta área investiga y produce material fílmico, de audio y libros que promueven y difunden el patrimonio inmaterial de los mayas quintanarroenses y otros grupos populares de la Entidad.

Sin embargo, una decisión política atribuida a la racionalización del gasto corriente, hace desaparecer la Secretaría de Cultura y se le convierte en una disminuida Subsecretaría de Cultura, dependiente de la Secretaría de Educación estatal. A lo largo de tres años, y sin claridad en el manejo de los recursos federales, la Cultura entra en una etapa de hibernación.

Ejemplos graves de la situación es la desatención a la cultura popular y la falta de mantenimiento de la infraestructura, como es el caso de la Biblioteca Central Javier Rojo Gómez, la cual fue cerrada por su posible colapso y su acervo distribuido en bibliotecas municipales.

En este periodo gubernamental, la Dirección General de Vinculación de la actual Secretaría de Cultura federal se transformó en la ventanilla única por donde desfilaron proyectos voluntariosos, El gobierno estatal no destinó presupuesto alguno para procesos, programas y proyectos; por el contrario, dejó en la orfandad proyectos y fondos importantes como el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (Pacmyc).

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