Madriguera de una clase política protagónica, el PRI inauguró este sábado la pista de baile del proceso electoral con una lluvia de precandidatos con predominio femenino, en condiciones negativas para ese partido por la otra tormenta de detenidos lanzados al Cereso de Chetumal, entre ellos su ex candidato a la gubernatura: Mauricio Góngora Escalante.

Los procesos penales fueron la primera depuración de priistas porque algunos están escondidos en la selva persiguiendo el camuflaje para escapar de la ratonera; pero el PRI conserva un ejército de figuras que están libres de sospecha, aunque no deja de afectarles el tumor maligno de un borgismo que los arrancó del paraíso para hundirlos en el infierno caribeño.

Los espadachines del ex partidazo tendrán que competir en tierra de nadie, sin ser amplios favoritos como lo fueron en etapas tan frescas. Cada avance electoral les costará mucho esfuerzo, sobre todo porque enfrentarán a ex compañeros de filas como Miguel Ramón Martín Azueta, quien como abanderado de la coalición encabezada por el PAN disputará el primer distrito electoral a la priista Leslie Hendricks Rubio, hija del ex gobernador Joaquín Hendricks.

La capital marcha a otro ritmo porque vigila los movimientos de cada coalición y figura, acumulando cuentas por cobrar. Aquí la batalla será cerradísima por la inminente candidatura de Mary Hadad Castillo, quien medirá fuerzas con el diputado panista Fernando Zelaya Espinoza, para quien el duelo estará en chino.

Una camisa de fuerza para el PRI es su coalición con el Verde Ecologista y sobre todo con Nueva Alianza; este partido magisterial es una carga para los priistas del municipio de Lázaro Cárdenas que combaten el intento de reelección del profesor Emilio Jiménez Ancona.

Ismael Gómez Tox, delegado especial del PRI en ese municipio norteño, me contactó vía telefónica para exponerme un estado de irritación y desbandada de priistas. Según el ex alcalde de José María Morelos, Nueva Alianza tan sólo garantizaría 400 votos.

Advierte que los priistas harán una huelga de brazos caídos si no se impide el intento de reelección del ex dirigente magisterial, condenado a la derrota por sus obligados aliados que se niegan a hacer todo el trabajo en esta ocasión. Peor para el PRI en Lázaro Cárdenas, imposible.