Delitos en la red
En las narices de las autoridades policíacas un mercado negro con hedor a crimen organizado está creciendo en los grupos de la popular red social Facebook...
En las narices de las autoridades policiacas un mercado negro con hedor a crimen organizado está creciendo en los grupos de la popular red social Facebook, donde al menos una docena de perfiles falsos y reales ofertan compras y pagos de servicios virtuales con descuento, en una operación fraudulenta diseñada para convertir dinero virtual en real sin ser detenidos.
En grupos como Mercabook Chetumal que cuenta con más de 74 mil miembros en esa red social, cotidianamente se ofertan boletos de autobús ADO, recargas telefónicas, pagos de Telmex, de CFE y Cablevisión, y hasta compras en sitios de internet como Amazon, Mercado Libre y de tiendas departamentales con descuentos de hasta 50 por ciento.
Este mercado negro que está en pleno auge entre los chetumaleños, pues siempre existen personas interesadas en pagar menos por productos y servicios, alimenta a las mafias de clonadores de tarjetas de crédito y débito, que gracias a los pagos electrónicos han encontrado el modo para obtener dinero “limpio” sin arriesgarse demasiado.
A nivel nacional la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) ha alertado a la ciudadanía sobre este fraude en auge, advirtiendo que el pago de estos servicios se realiza con tarjetas clonadas a cuentahabientes, de las cuales los delincuentes obtienen los datos y números de seguridad para efectuar las compras en línea.
De esta manera, los defraudadores realizan el pago sin que pueda ser rastreado, mientras que reciben depósitos en efectivo en sus propias cuentas a cambio. El dinero electrónico, lo transforman en moneda contante y sonante gracias a los ciudadanos incautos que no saben que al participar en estas redes de corrupción también están incurriendo en un delito.
Las bandas de defraudadores operan con total libertad y han multiplicado su presencia en las redes sociales así como su menú de ofertas debido a que las autoridades judiciales no han puesto el menor interés a estos robos que, por lo común, no son denunciados.
Basta con entrar a los grupos destinados al intercambio y al comercio de esta capital para encontrar datos, pelos y señales de quienes están lucrando con dinero ajeno.
Urge que la moderna policía cibernética –tan virtual como los delitos que investiga, porque no se le ve por ningún lado– ponga manos a la obra para detectar y desintegrar a estos grupos delincuenciales que son un tentáculo del crimen organizado, cada vez más arraigado en nuestro suelo.