María Chung: la mujer que se preparó para morir

Al quedarse sola, la mujer poco a poco compró su ataúd y un lugar en el panteón al que acudía cada domingo a poner flores.

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María Chung, “la china” de Chetumal que se preparó para morir. (Foto: Eddy Bonilla)
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En el panteón municipal de Chetumal yacen un sin fin de anécdotas, historias y leyendas, una de ellas la de "la china", como era conocida la protagonista de este relato.

Se trata de María Chung, coreana que en 1900 ingresó a México por Progreso, Yucatán; y falleció en 1955 en la capital de Quintana Roo.

La historia de María es poco recordada en Chetumal, sin embargo, se caracteriza por ser la mujer que se preparó para morir.

La tumba de “la china de Chetumal”, una de las mil 500 bóvedas del cementerio municipal, está ornamentada con su busto para que la recordaran las generaciones venideras.

(Foto: Eddy Bonilla)

Llegó al antiguo Payo Obispo, hoy Chetumal, en la década de los 30 y acompañada de su esposo. Sin embargo, por azares del destino quedó sola y sin familia en su casa ubicada en la avenida Álvaro Obregón esquina con Benito Juárez.

En la soledad y muchos años antes de morir, María Chung decidió comprar un ataúd y un espacio en el panteón municipal, el cual visitaba frecuentemente.

Compró su féretro y llevaba flores a su propia tumba

El féretro adornaba la sala de su casa, que en esa época era también una tienda de abarrotes. Pero al paso de los años el ataúd lo regaló o prestó varias veces a sus vecinos, quienes después se lo reponían.

Pero al sentir cada vez más cerca la muerte, María Chung preparó su propio funeral y depositaba flores en su tumba cada domingo ya que sabía que nadie más lo haría.

Para Fabián Herrera Manzanilla, cronista de Chetumal, María Chung era una mujer solitaria que se preparó para lo que muchos no logramos comprender o se nos hace difícil asimilar: la muerte.

(Foto: Eddy Bonilla)

Don Narciso Alpuche de casi 90 años de edad, cuenta que María Chung era una mujer menudita, de 1.40 a 1.50 centímetros de estatura. Siempre sola y pocas veces platicaba sobre su natal Corea.

“Tenía una casa de madera que era una pequeña tienda de abarrotes donde se podía ver siempre un ataúd, poco a poco mandó hacer su lápida, cripta y un busto que cada domingo iba a limpiar".

 

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