Dilemas partidistas

El nuevo tablero político de Quintana Roo ha colocado a la oposición tradicional –panismo y perredismo– en posiciones de poder que la obligan a caminar con pies de plomo...

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El nuevo tablero político de Quintana Roo ha colocado a la oposición tradicional –panismo y perredismo– en posiciones de poder que la obligan a caminar con pies de plomo cuando enfrenta temas muy delicados que antes devoraba a la menor provocación.

La nueva posición de PAN y PRD –excesivamente cuidadosos– es acompañada por el surgimiento de una novedosa oposición que no lograr encontrar su camino: los priistas, desplazados de la Gran Comisión que fue su posesión desde la fundación de nuestro estado en 1975, con la drástica interrupción de 2005 a 2008, cuando los priistas pactaron con PAN y Convergencia para evitar que el PRD se apoderase del control del Legislativo.

En estos tiempos los priistas carecen de autoridad moral para condenar errores e injusticias, ya que muchas de sus figuras están en la mira de procesos penales por enormes actos de corrupción que mantienen a nuestro estado en condiciones complicadísimas, sobre todo en el aspecto financiero.

Ante la menor maniobra de los priistas son acompañados por la sombra del borgismo, único tema que pueden explotar panistas y perredistas sin que avancen en terreno minado.

Porque ahora PAN y PRD son leones con cubiertos y corbata, y todas sus figuras se escurren ante temas muy candentes, entre ellos el desafiante desempeño de una Fiscalía General cuyo titular fue seleccionado por ellos, decisión que los hace responsables de acciones condenables que atentan contra la libertad de expresión.

Panistas y perredistas tienen que callar ante los excesos de una Fiscalía que en el balance sale reprobada, ampliamente superada por la Procuraduría de Justicia que en el período de Gaspar Armando García Torres entregó las mejores cuentas, combatiendo serpientes del crimen organizado que en estos tiempos se desplazan sin ser molestados.

La antigua oposición debe tomar en cuenta que el proceso electoral de 2018 está al alcance de la vista y su silencio ante temas ineludibles es la peor de las decisiones, ya que PAN y PRD no deben callar ante las injusticias y todo tipo de excesos, pero el nuevo escenario los congela, obligándolos a defender a una Fiscalía que ha sido permanente fuente de violaciones a los derechos humanos, pero con menor efectividad al ser comparada con la Procuraduría de Justicia.

La falta de una oposición vigorosa y con autoridad moral se manifiesta contundente en nuestros días, ya que PAN y PRD tienen que ocupar sus posiciones de partidos oficiales.

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