El análisis de la pelea de aniversario

Una avalancha de reacciones se precipitó en las complacientes redes sociales...

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Una avalancha de reacciones se precipitó en las complacientes redes sociales donde todo vale, para fijar posturas ante la pelea de aniversario de Quintana Roo protagonizada por el ex gobernador y senador priista Félix González Canto y el ex alcalde perredista de Cancún y Secretario de Desarrollo Social, Julián Ricalde Magaña.

Estamos ante el episodio político más candente de nuestra historia en una fecha tan significativa, incorporando el ingrediente de una polarización y ansias apenas contenidas de desquite para pegar donde más duele. En esta batalla multitudinaria “el prohombre y el gusano” se expresaron para tundir, ofender, justificar y alabar en redes y demás plataformas, tomando partido como en un pleito callejero ya sin gladiadores.

Destruido el ex gobernador Roberto Borge Angulo, su antecesor y creador Félix González Canto es el representante de una clase política priista muy dividida y atolondrada, pero que en cualquier momento puede colocarse en zona de competencia porque cuenta con las figuras más interesantes en la arena electoral.

Félix es un político maquiavélico que con guantes de seda asumió el control total en su sexenio, dándose el lujo de reclutar a la ex dirigente panista Patricia Sánchez Carrillo –ahora diputada federal del PAN– para entregarle la Subprocuraduría de Justicia en la zona norte; si, Doña Paty fue empleada de Félix.

Los vencedores en la elección terremoto del cinco de junio de 2106 dejaron por la paz a un Roberto Borge convertido en guiñapo en cárcel panameña; Beto es inofensivo y ya es leña del árbol caído, pero este domingo se desplazó tan campante el ex gobernador cozumeleño González Canto, único en activo con chamba de Senador.

Félix era el único elemento extraño y desafiante en el desayuno del Centro Internacional de Negocios y Convenciones, ya que fue convocado con cortesía republicana por el gobernador Carlos Joaquín González, quien está preparado para ese tipo de convivencias que a más de uno deben incomodar.

¿Cómo se atreve Félix a venir a nuestro desayuno? Esta pregunta flotó en el ambiente dominguero. Porque el senador apareció en el momento justo y se esfumó, dejando tremendo avispero en el rancho grande.

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