El idioma de la música
El idioma de la música nos ofrece muchas cosas que podemos aplicar a nuestra vida diaria...
El idioma de la música nos ofrece muchas cosas que podemos aplicar a nuestra vida diaria. Y me refiero no a la ejecución de un instrumento, sino al idioma creado para interpretar música. La notación musical.
Todos esos signos raros que aparecen en un pentagrama y que nos hacen tocar de uno o de otro modo, y que todo ser humano pueda interpretar para que suene igual o muy parecida cada interpretación.
Por ejemplo, el que sepamos alargar con un puntillo, aquellos buenos momentos que nos da la vida. O que usemos las semicorcheas para hacernos cosquillas, y que un forte sea para reírnos a carcajadas; y el piano para acompañarnos.
Obvio esto lo entenderá un músico a la perfección, pero la intención de este escrito es picarte la curiosidad para que lo investigues y quieras aprender música. También que usemos el silencio para escuchar al de enfrente. Y que los cambios de tempo sean para dedicar un rato a los nuestros, a esa gente que tenemos cerca.
Que las cadencias conclusivas sean sólo para tomar aire y seguir adelante; y las semicadencias para cambiar de tono y que de vez en cuando viene bien. Que la barra de repetición sirva para revivir los mejores recuerdos, que siempre hace falta recordar.
Tantas cosas que se pueden expresar en la notación musical y cuan perfecta será que, en tiempos del barroco, clasicismo, romanticismo y demás, los músicos no necesitaban grabaciones para saber cómo interpretar una obra. Solo era necesario leer la partitura y listo. Ahí estaba toda la información.
Adornos, intensidad del volumen, velocidad correcta, duración de cada nota y todo lo que pase por nuestra cabeza está resuelto con un signo específico. El solfeo, que es la matemática de la música, nos permite, entre otras cosas, expresarnos en un instrumento a la perfección y esto lo podemos aplicar a la vida misma.
En nuestro bello idioma, el español, al igual que la música, tenemos una palabra para cada situación en específico. Y ojalá que cuando escuchemos una disonancia, recordemos que cuando empezamos en esto de la música, a nosotros también nos ayudaron.
Y, al fin y al cabo, afinemos, para que con cada nota que demos juntos, sea para armonizar la melodía de la vida. Hasta la próxima semana.