A la vista de Valladolid, el tren transpeninsular

La barrera y división que significará la construcción de la vía sería un efecto negativo en la zona maya.

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La familia Dzib Tuz se verá desplazada por la expropiación de tierras. (Octavio Martínez/SIPSE)
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Octavio Martínez/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- Las primeras informaciones de expropiación de terrenos en Valladolid, Yucatán, por la construcción del proyecto de tren transpeninsular, llegaron hasta los oídos de la familia Dzib Tuz, quienes desde finales del año pasado observaron a unos hombres vestidos de amarillo, identificados como trabajadores de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT),  realizar mediciones sobre los restos de los antiguos rieles ubicados en el Barrio de San Juan, comunidad que era la punta de la antigua red ferroviaria que la comunicaba con Mérida y de la que se pretende conectar con Cobá.

El proyecto anunciado en la toma de protesta del presidente Enrique Peña Nieto en 2012, ahora pone en incertidumbre no solo a los Dzib Tuz, sino a muchas familias ubicadas en los casi 20 predios distribuidos en los alrededores del Barrio de San Juan. Ahí supieron que los trabajadores de la SCT llegaron, apenas en diciembre de 2013, a efectuar mediciones para saber cuántas casas se verían afectadas con la liberación del derecho de vía que bien podría ser entre 7 a 100 metros en cada lado del eje del riel.

Los Dzib Tuz llevan viviendo en Valladolid por lo menos 50 años, relata la matriarca de la familia, doña Agustina, inmigrante procedente de Mérida. Ella jamás se imaginó que alguna vez su casa construida exactamente frente al final de la vía podría ser destruida para permitir su continuación y conectarse a Cobá y después a Punta Venado.

El proyecto del tren transpeninsular anunciado por la SCT tendría un recorrido de 277 kilómetros contados desde Mérida, Yucatán, a Punta Venado, en Playa del Carmen. Los documentos que ha presentado refieren que se aprovecharán los 139 kilómetros de derecho de vía ya existentes que conectan Mérida y Valladolid.

Se planea que sea justo desde el Barrio de San Juan, donde habita la familia Dzib Tuz, que la secretaría de estado efectúe la liberación de los 138 kilómetros de vía que le faltarían a la ruta planteada. De esos, 71 kilómetros estarían en Quintana Roo, y 67 en suelo yucateco.

Pero las noticias corren lento, o al menos no han llegado de la misma forma a los ejidatarios, quienes tienen sus parcelas de cultivo alejados de la macha urbana vallisoletana y que no han tenido la información de primera mano como la familia Dzib Tuz, por lo que ahora se encuentran en una constante incertidumbre del futuro que les depara al poder ser expropiadas sus tierras, que podrían quedar divididas al despejar el derecho de vía que no existe de ahí hasta Punta Venado.

“En la realidad, muchos piensan negociar, ya que el 50% de las tierras ejidales de esa comunidad están mancomunadas, sin embargo la otra mitad se muestra en desacuerdo, a raíz del impacto que representará para los milperos dividir sus tierras”, mencionó Arturo Ciau Tuc, miembro de la Unión Obrera Peninsular y activista en Valladolid.

El vallisoletano sostiene que un tren de tal calado que pasaría por las zonas mayas, no resolvería el problema de marginación y pobreza que actualmente padecen muchos habitantes de la zona maya que habita entre Valladolid y la costa quintanarroense y advierte que sólo creará desplazamiento y freno productivo en algunos casos.

“A los mayas se les debe de incorporar en las actividades económicas que traiga el tren transpeninsular, no solo como constructores de la obra y proveedores de los terrenos, ya que se corre el riesgo de que el proyecto sólo los limite a peones de su propia tierra”, dice.

En un informe hecho por la consultoría ADHOC, que recibió la orden de la SCT para realizarlo y presentado el 2 de agosto de 2013 a la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas (CDI), se muestran los beneficios y “posibles” impactos negativos de la obra.

Ahí se nombra la generación de empleos, descubrimiento de nuevas zonas arqueológicas, reordenamiento del desarrollo urbano y una revaloración de la tierra con respecto a zonas que quedarían cercanas a las estaciones, lo cual permitiría que se eleven sus precios por su posible cercanía con los centros comerciales que se pretenden levantar una vez iniciada la construcción de la megaobra.

Posibles efectos negativos del tren transpeninsular

El proyecto presentado reconoce efectos negativos: el principal es la barrera y división que significará la construcción de la vía en zonas como el Barrio de San Juan, además de la división de la selva y lo que eso significa para el paso de algunas especies animales.

Ante ello se han realizado asambleas entre dignatarios mayas, ecologistas, representantes de organizaciones indígenas, donde han puesto énfasis en la poca valoración de la tierra y la escasa información que el gobierno federal ha dado del tema sin que se consulte a los pueblos mayas.

De acuerdo a Hermelindo Be Cituc, representante de la Asociación Nacional Indígena Plural por la Autonomía en Quintana Roo (Anipa), es necesario una consulta a los habitantes que estén directamente involucrados con el paso del tren por sus tierra, además como forma de ratificar los acuerdos internacionales que México tiene firmado.

En esté sentido se aborda el tema del desplazamiento poblacional y el impacto social que miles de familias sufrirían como los Dzib Tuz que no tienen otra alternativa más que aceptar la reubicación y esperar que el tren traiga más beneficios que perjuicios, que es una de las razones por la cual fue concebido el proyecto, alentar la calidad de vida de los habitantes de esta zona del país.

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