El Ombudsman estatal Harley Sosa Guillén rindió su tercer informe en un escenario donde se siente muy cómodo: el Congreso del Estado. Y si bien la anterior Legislatura lo colocó en esa posición, la agenda impulsada por el titular de la Comisión de Derechos Humanos (Cdheqroo) lo ha consolidado como un funcionario altamente confiable no sólo en los círculos de poder burocrático, sino entre las complicadas organizaciones siempre exigentes que no perdonan un titubeo.

Harley Sosa fue encumbrado el 20 de marzo de 2014 por un Congreso local inusualmente unánime, ya que de los 25 votos posibles cosechó 23. Las ausencias de Perla Tun Pech (PAN) y la priista Marcia Fernández Piña evitaron el marcador perfecto para quien se había desempeñado como Subsecretario de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Gobierno, bajo la batuta de Gabriel Mendicuti Loría.

Según el funcionario, de las autoridades estatales más señaladas, la Fiscalía General cosechó el nada grato primer lugar con el 36.1 por ciento, seguida sorprendentemente por la Secretaría de Educación y Cultura (SEyC) con el 29.4 por ciento de quejas; el Poder Judicial, la Secretaría de Seguridad Pública y la Secretaría de Salud los siguieron a distancia, con el 10.6, 10.4 y 8.5 por ciento.

De los 382 señalamientos contra autoridades municipales –precisó–, el 66.5 por ciento fueron contra agentes de seguridad pública municipal. Y de las 21 recomendaciones emitidas, la Fiscalía General del Estado acumuló siete, seguida por la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito de Solidaridad (Playa del Carmen).

El informante resaltó la elaboración del Diagnóstico de Supervisión Penitenciaria 2016, derivado de la revisión de las ocho cárceles. Calificación global: 5.25.

Destacó la Primera Encuesta Estatal Sobre Derechos Humanos y Discriminación, la cual reveló que ser mujer y el color de piel son los principales motivos de discriminación en nuestro estado.

Harley Sosa es un Ombudsman que se tomó muy en serio su papel, consolidándose como un elemento ajeno a las intrigas y a la lambisconería, hábito que generó frecuentes tensiones en su relación con el gobernador Roberto Borge y su equipo estelar, quienes exigían unos derechos humanos de mentiritas y al gusto del patrón hoy en desgracia.