El uniforme no chetumaleño de Manuel Alamilla

El capitalino era considerado un rebaño de ovejas tan dócil ante sus amos.

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El chetumaleño se convirtió desde el cinco de junio de 2016 en un ser muy informado y exigente que no deja pasar un solo tema controversial, colocando marcaje personal a sus representantes populares y burócratas encumbrados. En aquella jornada electoral el PRI fue despojado de la gubernatura y la alcaldía capitalina.

Antes de esa fecha tan dolorosa clavada en el orgullo de los priistas, el capitalino era considerado un rebaño de ovejas tan dócil ante sus amos y capaz de soportar cualquier castigo. Muchos políticos hicieron de las suyas en sexenios y trienios, saqueando y humillando por deporte.

El Facebook es la plaza favorita de cientos de chetumaleños que marcan agenda y ritmo, de ahí que el agitado tema de los uniformes poblanos –operación coordinada por el Oficial Mayor, Manuel Alamilla Ceballos– sea una especie de huracán urbano con el ojo clavado en la capital.

¿La fantasmal empresa poblana compra o fabrica las playeras Polo? ¿Elabora los logos y este proceso es manual o industrial? ¿Dónde se realiza esta labor que no puede hacerse en una casucha de interés social? Estas preguntas las lancé en mi Face, aunque la marejada de preguntas y opiniones picantes ha sido muy potente.

El chetumaleño se sabe vencedor en la batalla de aquel cinco de junio, ya que dio varios golpes de mazo –como nuestra columna editorial insignia– para demoler al gobernador Roberto Borge y condenarlo al infierno de Dante.

Como chetumaleño, Manuel Alamilla debe saber que su desempeño decepcionó a los suyos, quienes más se indignan cuando una licitación bendice a fuereños sin que haya una justificación válida, más allá de la persistente defensa de un proceso que pudo ser ejemplar en cada inciso.

Siempre que sea posible –a menos que sea necesario fabricar piezas de una nave espacial–, Quintana Roo tiene que llevar mano en las licitaciones millonarias que son agua pura y alimento para el náufrago. Chetumal no se puede dar el lujo de dejar pasar las viandas de langosta, conformándose con una dura tortilla en la mesa de la servidumbre.

De mi Facebook
Mario Villanueva Madrid (Chetumal) y Félix González Canto (Cozumel), los mejores gobernadores ante la amenaza cumplida de los huracanes; el peor: Joaquín Hendricks Díaz, de Chetumal.

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